marzo 20, 2009

Política. Cuando los jóvenes crecen







Hace apenas unos días, estuve sentado en la oficina de un personaje de la política chiapaneca. No lo conocía, pero sabía de quien se trataba. Sin embargo, quiero confesar que el concepto que tenia de él, se quedó corto cuando lo escuché hablar.

Era una reunión acordada pero improvisada. Ni uno ni otro sabía de lo que hablaríamos, pero si teníamos un punto en común: el gusto de servir al pueblo a través de la política. El, como su oficio cotidiano. Yo, con la visión de que para eso sirve la política.

De viva voz me fue nutriendo con su trayectoria. En dos horas, aprendí de ese líder más de lo que hubiera aprendido en un buen libro de política como lo es El Caballo Rojo de Eugenio Corti.

Con su conversación, pude confirmar que la experiencia no es algo que se compra en la tiendita de la esquina. Es algo que vas adquiriendo con los golpes de la vida. Lo tienes que sufrir. Lo tienes que vivir. Y él la poseía.

Y ahí, en esa oficina, me estaba compartiendo su experiencia. Así, sin más trámite que el tiempo necesario para escucharlo. Y eso es algo que para mí no tiene precio.

Yo desde muy chico tengo una profunda admiración y un enorme respeto por los hombres de la vieja escuela. Siempre he pensado que de ellos hay mucho que aprender.

Que la manera de ver la vida cuando un hombre tiene experiencia es diferente a cuando se es adolescente. Que las dificultades o los problemas son “cualquier cosa” cuando se tiene experiencia. De eso me pude dar cuenta con su plática. Y de eso me gusta aprender.

Sin darse cuenta, me permitió ilustrarme de lo que hace un buen político cuando tiene como objetivo el servir a un pueblo que tiene la esperanza de que alguien lo ayude a salir del atolladero.

De una manera sencilla, pero formal, me compartió fragmentos de su vida profesional. Yo estaba sorprendido. No comprendía como una persona con tanta experiencia, podía estar sentado a la par de un completo extraño, narrándole su formación política. Después entendí que eso caracteriza a un buen político. El sentarse a la par del pueblo.

Todo esto lo saco a colación porque en esa plática tocamos el tema de las elecciones. Ellas siempre traen consigo movilizaciones de los hombres y mujeres que buscan ser elegidos por la sociedad para un cargo político.

Y todos en conjunto acudimos a las urnas a depositar nuestro voto por aquel que nos haya llamado más la atención, que nos haya caído bien o, en el peor de los casos, votar por lástima o compasión por aquel hombre que manifieste que, antes de morir, quiera ser diputado.

Y un sector tan buscado por los políticos es el que representan los jóvenes. Si, en efecto, es un grupo poblacional que es tan ansiado por captar, que el candidato hace todo con tal de que voten su a favor, incluso hasta mentirles.

Mentira tras mentira. Como si fueran gotas de lluvia, así los candidatos dejan caer las mentiras en los jóvenes.

Ya olvidé el número de mítines, eventos, paneles y mesas redondas en las que participé siendo un adolescente de 18 años. Con los demás jóvenes de mi generación, vimos pasar a muchos políticos frente a nuestros ojos. Incluso, los saludé de mano. La emoción nos embargaba siempre.

Lo lamentable de esto es que nosotros los vimos, pero ellos, los candidatos, ni nos recuerdan. Tan no nos recuerdan que jamás volvieron a acercarse a nosotros. Después de obtener nuestro voto y de llevarlos al triunfo, “los jóvenes” quedamos en el olvido.

Bueno si, si volvieron a acercarse con nosotros. Cuando las elecciones regresaban, ellos también. Ahí estaban, nuevamente tocando a la puerta de nuestra confianza. Esa puerta que cuando se es joven se le abre a cualquiera que nos saluda y nos da una palmadita en la espalda.

Pero los políticos se olvidan que los jóvenes crecen. Y con ellos, también crece la experiencia y la desconfianza. Los de mi generación ya no somos aquellos imberbes que se emocionan al escuchar decir al candidato que los jóvenes son “el presente y el futuro de México”. Que risa.

Hoy los jóvenes ya hemos cambiado. Nos hemos preparado. Estamos adquiriendo nuevos conocimientos, estamos cambiando paradigmas. Nos renovamos día con día. Académica, profesional, intelectual y analíticamente estamos cambiando.

Y hoy, con profunda tristeza puedo ver que los que no cambian son los políticos. El discurso no ha cambiado en ellos. Y no los culpo, es una fórmula que les ha funcionado y quizá por ello no quieren desecharla.

Y sin ser candidato ni político, tengo una obligación moral con los jóvenes. Con esos jóvenes de 18 años que como yo en mis ayeres, están siendo convocados por los candidatos. Con esos jóvenes que, una vez más, los están llamando “el presente y el futuro de México”.

Con esos jóvenes que les dan palmaditas en la espalda. Que cuando acuden a un evento político se sienten grandes por el hecho de que el candidato les saludo de mano o les guiñó el ojo. Con esos jóvenes que los mandan a colgar pendones o gallardetes a media noche. Con esos jóvenes que hacen vallas para que pase “monsieur candidaté”.

Con ellos esta mi obligación moral y aquí sigo cumpliéndola.

A ellos quiero decirles que la política es la más pura de las esencias para servir a un pueblo. Que la política es el camino para el desarrollo y el bienestar de una sociedad. Que gracias a ella se ha construido nuestra realidad. Que la política sirve para llegar a acuerdos, para lograr la unidad, para negociar en beneficio de una colectividad. A ellos quiero decirles que para eso, y solo para eso, sirve la política.

Por ello, quiero pedirles que no se dejen engañar por el canto de las sirenas. Que pasarán ante sus ojos muchos candidatos. Que serán invitados a muchos mítines, a muchas mesas redondas, a muchos paneles, a muchas reuniones. Y a todas ellas hay que acudir. Con la pasión de todo ciudadano.

Pero hay que hacerlo para también exigirle al candidato preparación, compromiso, pero sobre todo congruencia.

Porque no es posible que hoy un candidato se reúna con los jóvenes y después presuma ante los medios de comunicación que… ”como candidato vengo a escuchar a los jóvenes, a entenderlos y aprender de ellos para que juntos podamos enfrentar los desafíos futuros, al ser los jóvenes un pilar fundamental en la vida nacional, estatal y regional”.

¡Por favor!

Y digo que no es posible, cuando ese candidato a diputado federal ya ha sido diputado federal, diputado local y hasta senador y nunca, absolutamente nunca, hizo algo en beneficio de los jóvenes. Ni una iniciativa de ley, ni un punto de acuerdo, ni un posicionamiento, ni una gestión y mucho menos una visita a la comunidad para saber lo que los jóvenes necesitan.

Hoy los jóvenes tienen en sus manos no solo el voto. Hoy tienen la oportunidad para jugar el papel más importante de sus vidas y esto es el asumir el liderazgo que cada uno de ellos posee por el simple hecho de ser jóvenes.



Que vengan pues los candidatos comprometidos. Los candidatos que emanan de la sociedad y no de la clase política. Los candidatos congruentes. Esos son los que queremos. Como sociedad nos lo merecemos. 


¿O no?



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marzo 10, 2009

Mujer Vs Mujer .La lucha no termina.


8 marzo. Día internacional de la mujer. Fecha identificada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para reconocer la lucha de la mujer por su participación, en igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo integro como persona. Es fiesta nacional en algunos países y México no es la excepción.


Muy válido el festejo, pero a mi gusto, la mujer hoy ya no necesita de un día oficial. A la mujer la tenemos que celebrar todos los días. Porque hay que recordar que provenimos de una mujer. Y llegando a la oficina, la presencia de la mujer siempre esta presente. Desde la secretaria hasta la directora general de la empresa. Ahí están, con esas voces que tanto nos endulzan el día y con una fortaleza que es motivo de envidia.

La mujer es, para quien esto escribe, el acto mas sublime de la naturaleza. No puedo concebir el desarrollo de la humanidad sin la presencia de las mujeres.

Y es que la mujer es el eje de la sociedad. Es la que inculca valores en los hijos. Es la que a lo largo de la historia ha dado muestra incansable de tenacidad. Por ello, mi reconocimiento y mi completo respeto para ella.

Por años, la mujer tocó las puertas de una sociedad machista. Picó piedra. Le tocó asumir papeles denigrantes. Basta recordar el rol que la mujer tenia en las guerras del mundo. Enviudan, son desplazadas, detenidas, separadas de sus familiares, víctimas de la violencia física y sexual. A eso se arriesgaban y ellas asumían los retos.

Y gracias a su constancia y a su preparación, dejaron de ser un objeto para convertirse en sujetos. Actuantes y participativas.

Sin embargo, hoy la mujer esta atravesando por una lucha. Y no hablamos de aquella que era contra el hombre. No, hoy se trata de la mujer contra la misma mujer.

Porque no se vale, que los esfuerzos realizados por parte de la mujer desde aquel movimiento obrero suscitado en Europa en el siglo XIX y que sirvieron para lograr su reconocimiento, sean desechados -con un simple escupitajo- por parte de algunos sectores del mundo. Y le explico el porque.

La revista "L’Osservatore Romano", es publicada por el Vaticano. ¿Y porque lo mencionamos? Sencillo. En su última edición, sacó en sus páginas un artículo que por mas que lo leí y lo leí, no le encuentro una justificante lógica y razonada.

Y es que esta publicación ha mencionado en sus páginas que …”la lavadora ha hecho más por la liberación de la mujer en el siglo XX que la píldora anticonceptiva o el derecho al trabajo”.

Esta premisa aparece en un artículo que lleva por título “La lavadora y la liberación de la mujer. Pon el detergente, cierra la tapa y relájate”.

Amable lector: ¡No puedo creerlo! Inconcebible. Leer esto escrito por un demente si tendría lógica. Pero leerlo en la revista oficial del vaticano, es imperdonable.

Y todavía se dieron el lujo de publicar dichas palabras en ocasión de la conmemoración del domingo pasado por el Día Internacional de la Mujer.

¡Ni la burla perdonaron!

Ah, pero dicho articulo no crea que lo escribieron sin fundamento, no. Para ilustrar y sustentar dicha hipótesis –a la que yo le llamo tontería-, hacen un repaso por la historia de la lavadora, comenzando con un modelo rudimentario de 1767 en Alemania y terminando con las lavanderías de hoy día donde una mujer se puede tomar un café con sus amigas mientras el tambor da vueltas.

Y aunque muchos digan que no es la Iglesia quien opina esto (toda vez que el articulo lo escribe una persona que no pertenece al clero) lo cierto es que está publicado con el aval de la Santa Sede.

En resumen, dicho artículo pasó por el filtro del vaticano y contó con autorización para ser publicado. Así de simple el asunto, ¿no?

Y lo más contundente del caso, es que ese artículo lo escribe la periodista Giulia Galeotti. Si, leyó bien. Lo escribe una mujer.

No cabe duda. La mujer contra la propia mujer.

Atrás quedaron las marchas silenciosas de miles de mujeres por ser reconocidas. Para la iglesia católica y su articulista, el caminar de la Madre Teresa de Calcuta en 1960 nunca existió. Su ejemplo para el mundo valió un soberano cacahuate.

La lucha por el reconocimiento del voto de la mujer en 1953 en México tampoco existió. Ese espacio ganado no importó para la iglesia y su articulista.

Así también, jamás existió el ejemplo de preparación, constancia y valentía que Valentina Tereshkova le envió al mundo al ser la primera mujer de la historia en viajar al espacio, a bordo del Vostok 6 en 1963.

Para los ojos de la Iglesia y su articulista, las movilizaciones a favor del voto femenino en Gran Bretaña y Estados Unidos encabezadas por Emmeline Pankhurst tampoco cuenta.

¿Y que decir de las mujeres que han obtenido el premio nobel? Alva Myrdal en 1982 y Rigoberta Menchú en 1992 enviaron el mensaje que pueden mover al propio mundo a favor de la paz.

Myrdal era una política sueca. Activa feminista y pacifista, que generó el movimiento de desarme nuclear durante los años sesenta y setenta.

Rigoberta, por su parte, es una india quiché, que durante más de diez años denunció la opresión que sufría la población indígena de su país, dando con ello un ejemplo al mundo para decirle que no por ser mujer no se puede elevar la voz a favor del desprotegido. Un verdadero ejemplo a seguir.

Ah, pero para la Iglesia y para su articulista no cuenta esto. La lavadora es lo que libero a las mujeres. Punto final. Que risa.

No se que piensen las mujeres al leer la opinión de la iglesia. Pero para mí, es muy cuestionable que sea la iglesia católica que maneje esa información ante el mundo.

La liberación de la mujer no es consecuencia de una simple lavadora. Atrás de la liberación femenina y de los espacios que hoy tienen ganados, hay movimientos sociales, liderazgos definidos, ejemplos a seguir no solo por las propias mujeres, sino que también por los hombres.

Años pasaron para que las puertas del reconocimiento y de la participación se abrieran hacia la mujer. La historia de lucha de la mujer no solo fue escrita con tinta y papel, sino que fue con sudor y sacrificios.

Hoy en día, las leyes en el mundo se están adecuando al actuar de la mujer. Todo para darle una mayor seguridad, una eficiente protección y procurando un completo desarrollo, tanto familiar como laboral.

Y créame amable lector que todo eso se esta haciendo por cosas mas importantes que….una lavadora.

Ojalá que las mujeres perdonen a la iglesia, porque dudo que la historia lo haga.

¿Que piensas sobre este tema? Dejame tu comentario.