agosto 16, 2012

Lo que otros digan


Tarde lluviosa. Solamente acompañado de un buen café observando las noticias. El problema que presentaba mi colon ha quedado atrás y hoy el buen café es algo que disfruto nuevamente.

Observar es una de las cosas que valoro mucho. Me da material para que mi capacidad de asombro siempre esté a la expectativa. Todo lo observado lo analizo y lo escribo. Y aunque algunos no comparten mi opinión, al menos se arma una buena polémica, tomando en cuenta que lo que busco no es convencer.

Y algo en lo que he puesto mi atención es en la toma de decisiones. Sí, eso que los economistas marcan como ruta A, B o C para elegir alguna de ellas. Algo tan fácil para los matemáticos pero tan difícil para los ciudadanos.

Y es que las diversas agrupaciones sociales y empresariales están inmersas en importantes contextos.

Muchas son las que avanzan en un mundo tan competitivo y con demasiados matices de globalización y algunos especialistas han tratado de identificar cuáles son los factores que permiten alcanzar el éxito.

Muchos le apuestan a los recursos con los que cuentan. Otros, a las inyecciones de capital que realizan. Otro grupo considera que el diversificarse en los mercados hace que un ente alcance la cima del triunfo, esa que pocos conocen pero que todo mundo ha imaginado en sus más profundos sueños.

Y un punto importante a destacar dentro de este escrito es que todo, absolutamente todo lo que sucede es parte de la sociedad. Si, de los seres humanos.

Aún y cuando el tratadista de la Administración Agustín Reyes Ponce asegura que todos los elementos que integran a una organización tienen importancia por igual, yo considero que el elemento más importante en una organización es precisamente ese, el recurso humano.

Y lo considero así, debido a que cada computadora, cada peso, cada sistema que forma parte de la empresa emana de lo que el recurso humano determinó para ello. De lo que decidió. Por ello es importante el recurso humano.

Y si a eso le agregamos que el recurso humano se enferma, pide permiso, se inconforma, se niega, se opone, alega, debate, increpa y hasta boicotea, pues encontramos el fundamento perfecto para ponerlo en el primer lugar de la lista de importancia en una organización.

Y es que el recurso humano realiza un proceso que viene a ser el parteaguas en una organización. Es el recurso humano quien realiza la actividad más trascendental para alcanzar el éxito . Y me refiero a la toma de decisiones.

Y es curioso. Los empresarios contratan al recurso humano para colocarlos en cargos directivos y de inmediato esperan que ellos tomen las decisiones y que resuelvan los problemas de la empresa, cuando la realidad de las cosas es que esos directivos no saben tomar decisiones.

Hoy por hoy la toma de decisiones que realizan muchos directivos es realizada tal y como lo hacemos en la vida práctica. Sin información. Y lo peor, sin información y sin procedimientos definidos.

Pero muchos justifican el tomar decisiones así, de manera simple. Y lo basan en el hecho de que…” buscar información es algo que cansa, que causa tedio”. ¡Bah!

Y este hecho ha quedado demostrado en las decisiones más importantes que debe de tomar un ser humano para su vida personal: “Qué carrera estudiar, con quien me voy a casar y cuántos hijos quiero tener.”

A mi juicio, estas tres importantes premisas son realizadas con la inexperiencia que nos da la juventud, con la inmadurez que nos da el querer comernos el mundo a puños y quizá motivadas por la influencia de quienes nos rodean en esa etapa de vida.

Y así va el ser humano, dando tumbos y corrigiendo en el camino. Prueba y error.  Por ello, considero pertinente que la sociedad debe de asumir un verdadero papel de análisis para tomar sus decisiones.

Pero ojo, no hablo de aquel análisis que se hace basado en el método científico, ese que pasa por la observación, la identificación del problema, las hipótesis, la experimentación de las hipótesis, la obtención de resultados hasta llegar a la toma de decisión.

No, esto es más ambicioso y más complejo. Porque de hacerlo así, sería estar sujetos al proceso que realiza un conejillo de indias cuando observa que aplastando el botón obtiene agua para poder beber en la jaula de un laboratorio.

Y es que cuando cobra vida lo que dijera alguna vez en una conferencia Paco Ignacio Taibo II, escritor mexicano, cuando señala que desde niños los seres humanos han estado destinados a no pensar, a no decidir.

Entramos a una primaria que otros decidieron. Hicimos amistad con quienes nos tocó como compañeros de salón. Entramos a la escuela secundaria cercana a la casa de nuestros padres o de los abuelos. Accesamos a la preparatoria escogida por nuestros padres. 

Entramos a la universidad por la influencia de los amigos. Estudiamos una carrera que quizá nos recomendó el tío, el padrino o porque en esa escuela decidió inscribirse la novia o el novio en turno.

Es más, muchos entraron a trabajar en el lugar en donde papá o el pariente les consiguió un espacio laboral

Y así crece la sociedad, tomando decisiones sin tomarlas. Siendo el resultado de los que otros han decidido por nosotros. Sin información y sin procedimientos. Y aclaro: no todos los seres humanos que conforman a la sociedad se manejan así, pero por mi paso en las universidades y basado en el estudio presentado por David Urzúa Bermúdez en la Convención de la Organización Iberoamericana de la Juventud, me hace concluir que la gran mayoría de los jóvenes de América Latina no se da la oportunidad de decidir su propio destino.

Por ello, cuando estos jóvenes llegan a la etapa profesional ocupando cargos directivos, traen arrastrando a lo que desde niños les han enseñado, a no decidir.

Y aclaro, hablo de una mayoría en la que me incluyo. Sé que hay excepciones. No quiero herir susceptibilidades.

Por tanto, pocas son las organizaciones que logran cruzar el umbral del éxito. Y esto es porque pocos son los que se han detenido en el camino a prepararse y a madurar la manera en la que habrán de llevar su destino laboral.

Y es aquí en donde cobra valor al proceso de la toma de decisiones. En donde hay que hacerle ver a los directivos que existen muchos métodos para ello. Y es importante mencionar que no importa el proceso elegido. 

En cada uno de ellos se deben de atender los aspectos cuantitativos y cualitativos. Es decir, lo tangible y lo intangible, siendo esto último lo más difícil de medir.

Por todo lo anterior, considero importante que el recurso humano sea valorado más allá del perfil curricular.

Hoy el recurso humano debe de ser examinado en su capacidad para tomar decisiones. Y si un elemento con un buen respaldo laboral no posee esa característica, someterlo a un proceso de capacitación para la toma de decisiones aunque en el fondo nosotros estemos consientes de que la experiencia conjuntada con la información son las mejores maestras para tomar decisiones.

Porque yo soy de la idea de que los directivos no deben de ser simples ejecutores de las decisiones de los dueños de la empresa.

Yo me inclino por tener a recursos humanos que sepan analizar, aportar y tomar decisiones para solucionar problemas o para proponer nuevas rutas de acción para que la organización escale peldaños más ambiciosos y competitivos.

Porque tanto en lo personal como en lo empresarial, es mejor caminar las rutas que nosotros elegimos, y no estar sujetos a lo que otros digan.