agosto 29, 2012

Sin la moda del Sombrero


Siempre es grato escribir. Y más aún, escribir cuando se trata de un tema que me emociona.

He sido un eterno convencido que el manejo de la personalidad y la manera de pensar de cada individuo se puede construir como un escultor a su obra.

Cincelada a cincelada, el ser humano se va formando como el labrador que al labrar se labra a sí mismo. Somos producto de nosotros mismos. No hay endosos a nadie ni encargos al tutor. Las ampollas son de quien las trabaja.

Y en este camino de la personalidad y del buen criterio, surgen muchos autores que dan su punto de vista sobre ello.

Y hago la aclaración, solo son puntos de vista. Nadie tiene la verdad absoluta, porque lo que a mi me sirve quizá a otros no. Nadie garantiza que solo el agua satisface la sed. Si hay dudas le preguntemos al alcohólico.

Pero hoy, quiero citar a un autor que me causó polémica por su manera de proyectar la idea, pero que me dejó convencido con los argumentos que utilizó para respaldar su libro.

Edward de Bono, escritor nacido en Malta y que revolucionó las ideas del pensamiento con sus teorías sobre el pensamiento lateral, escribió un texto al que denominó “Los 6 sombreros para pensar” en donde clasifica la manera en la que debemos de vernos para poder canalizar las ideas y expresar el pensamiento.

En él, De Bono deja plasmado que es posible que la gente se sienta un poco incómoda con el uso de los sombreros, pero esa incomodidad desaparece apenas la conveniencia del sistema resulta evidente. Y no se equivoca.

El gran valor de los sombreros es que proporcionan roles de pensamiento. Un pensador puede enorgullecerse de representar cada uno de esos roles. Sin la formalidad de los sombreros algunos pensadores se estancarían en un modo único. Un hombre vestido de payaso está autorizado a comportarse como tal.

Pero De bono persigue un objetivo al utilizar colores en cada sombrero, ya que relaciona el impacto del color con el impacto del pensamiento.

El Sombrero Blanco es neutro y objetivo. Se ocupa de hechos reales y de cifras. Como una computadora que da los hechos y las cifras que se le piden. No hace interpretaciones ni da opiniones. .

El Sombrero Rojo sugiere ira, furia y emociones. El sombrero rojo da el punto de vista emocional. El uso del sombrero rojo permite que el pensador diga: "Así me siento con respecto a este asunto". 

El Sombrero Negro es triste y negativo. El pensador de sombrero negro señala lo que está mal, lo incorrecto y erróneo. El pensador de sombrero negro señala que algo no se acomoda a la experiencia o al conocimiento aceptado. El pensador de sombrero negro señala por qué algo no va a funcionar. Es cerrar por cerrar. Rechazar por rechazar.  

El Sombrero Amarillo es alegre y positivo. El pensamiento de sombrero amarillo indaga y explora en busca de valor y beneficio.

El Sombrero Verde es césped, vegetación y crecimiento fértil y abundante. Indica creatividad e ideas nuevas. La semilla que nace en tierra abonada. Es con éste sombrero como nacen los proyectos y se cristalizan en una realidad.

El Sombrero azul es frío, y es también el color del cielo, que está por encima de todo. El sombrero azul se ocupa del control y la organización del proceso del pensamiento pero también de ser responsable de la síntesis, la visión global y las conclusiones.. Todo está supervisado y nada se escapa de su visión.

Y es curioso. Si cada elemento de la sociedad o de alguna organización aprendieran este lenguaje, sería más fácil el alcanzar nuestros objetivos.

Pero no hay peor lucha que la que se libra contra nuestro propio pensamiento. Todo mundo se siente y se cree inteligente. Y lo hacemos a tal grado que creemos poder prescindir de este sistema.

No coincido con los que piensan que origen es destino. Ni con aquellos que dicen que trayecto es resultado. Estos puntos creo que ni en la empresa dan los resultados esperados.

Y es en este sentido en donde hago que salga a flote mi pensamiento. Yo creo que el ser humano tiene algo que pocos han utilizado, y me refiero al libre albedrío. El poder escoger lo que se quiere ser es lo más maravilloso que nos ha brindado la vida misma.

Unos creyendo ser lo que no son, y otros sin saber lo que son, pero siéndolo. Es la magia de vivir y ser observado por los demás. Sujetos al visto bueno de aquellos que son grandes en su mediocridad y que su imperio llega hasta donde ellos han marcado como sus propias fronteras. Y lo enfatizo así, porque se resisten a aceptar lo que se encuentra fuera de lo que ellos conocen.

Algo que el propio Edward de Bono ha definido como pensar fuera de la caja, esa que para muchos representa el todo, olvidándose que la tierra es redonda y que hay muchas cosas al cruzar la montaña.

El pensar fuera de la caja es citado por de Bono como la oportunidad de crear, de proponer, de aportar cosas nuevas, fueras del estereotipo marcado por aquellos que solo ven hasta donde les determina su propia visión.

Y hoy me doy cuenta debería de ser reglamentario el usar los 6 sombreros de De Bono. Haciendo uso de lo que cada uno de ellos significa. La sociedad y las empresas estarían sumergidas en aguas más claras y transparentes, permitiéndose navegar sin contratiempos ideológicos hacia sus propios destinos.

Y todo ello, haciendo a un lado que el negro es un color que está de moda. No tomando en cuenta que el pensar bajo el esquema del sombrero negro es algo que caracteriza a la sociedad.

Porque no hay más goce ni mejor disfrute que el denostar, que el criticar. Que nada es comparado cuando se tiene la sangre de la victoria surcando las venas del rostro. Porque para nuestra sociedad no hay nada como el esbozar una sonrisa interna cuando atacamos una idea para hacerla pedazos.

Y es que el pensamiento negativo y la crítica es atrayente porque su logro es inmediato y completo. Probar que alguien está equivocado con su idea da una satisfacción inmediata. Alimenta nuestro ego cual carne a la fiera.

Pero al final cada quien se queda con lo suyo. Uno con la propuesta que construye y el otro con la satisfacción de haber destruido. Y solo uno avanza.

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