septiembre 21, 2012

La Paz







Y la fecha llegó. El 21 de septiembre se celebra la paz en el mundo.

 

Tres letras con miles de significados.

 

Letras y tinta se han escurrido en nombre de la paz. Gestas, traiciones, movimientos sociales, pactos y asambleas se han llevado a cabo en su búsqueda. La historia las registra y es motivo de estudio en las aulas no solo de México sino de todo el mundo.

 

Pero me surge la duda del hasta donde podemos mencionar a la paz. Y a mi juicio, no podemos hablar mucho sobre ello. De hecho escribir sobre la paz me resulta emocionante, pero las cifras y la estadística  en contra me sepultan la emoción.

 

Y esto es porque creo que como país y como sociedad le quedamos debiendo mucho a la paz.

 

Para nosotros -y hablo de los seres humanos- la paz es letra muerta, tan fría como cada uno de los muertos que hay bajo una lápida en cada rincón del mundo producto de la violencia.

 

Y es que le quedamos debiendo a la paz porque puedo recordar al gobierno de México metido en una guerra contra el monstruo de mil cabezas, luchando contra un titán que le vomita plantas en churros e inyectando sustancias sintéticas en las venas a los mexicanos.

 

Y todo es tan irónico en esto de la guerra, que por un lado el ejército mexicano está combatiendo en las calles al capo de moda, y por otro se rumora que es el propio gobierno mexicano quien facilitó el escape de la cárcel de otro capo, más poderoso aún a aquellos a los que México combate.

 

Y en esta guerra, muchos hombres y mujeres que, bajo un fuego cruzado, mueren siendo inocentes.

 

Más de 60 mil muertos se han obtenido de esta guerra  en casi 6 años. Casi cerca de la cifra de muertos que arrojó la guerra civil en El Salvador que se llevó en los años ochentas por 12 años ¡el doble de años lo que lleva México combatiendo al narco!

 

Le quedamos debiendo a la paz porque puedo recordar a Estados Unidos estableciendo guerras contra gigantes de papel, avanzando pecho tierra en la Segunda Guerra del Golfo o mejor conocida como la Operación Libertad Iraquí.

 

Y en esta guerra contra Irak, el Reino Unido y grupos pequeños de Polonia, Dinamarca y Australia se sumaron para pegarle de patadas en las rodillas a ese gran gigante llamado Irak, asumiendo que es ahí en donde se gesta el terrorismo en el mundo, olvidándose Estados Unidos  que en el mercado negro, ellos son los principales compradores de armas, esas que vienen precisamente de Irak.

 

Le quedamos debiendo a la paz porque puedo recordar a la ETA en España, la principal organización terrorista en el mundo, causando miles de muertos en su "lucha" por la democracia y el desarrollo de ese País, luchando contra gobiernos que por la mañana los combaten y por la noche, firman pactos con ellos en beneficio de sus propios intereses.

 

Le quedamos debiendo a la paz porque puedo recordar que la Paz es mucho más que una paloma blanca ondeando banderas. La paz es mucho más que discursos oficiales o combates bélicos. La paz es mucho más allá de NO guerras, de un escrito o un artículo.

 

Todo es incongruencia en el tema de la paz.

 

Algo parecido a lo que sucede en nuestro Estado, cuando ves a los niños cantando la primer estrofa del himno a Chiapas "Compatriotas, que Chiapas levante una oliva de paz inmortal....." y, saliendo de las escuelas, muchos de esos mismos niños forman parte de la delincuencia, con una sociedad tan pasiva como aquella estatua que se encuentra en el mirador de Los Amorosos en Tuxtla Gutiérrez, sentada en la banca, observando, sin moverse, viendo como en la ciudad se balean, acuchillan, asaltan, violan y despedazan lo poco que nos queda como sociedad.

 

Por estas razones y por muchas más, no puedo escribir acerca de la paz con la tranquilidad en mi alma.

 

Sería un texto gris, sin atractivo e interés para muchos, porque hoy veo a unos jóvenes más preocupados por su vida social, que por fomentar sus propios valores, sumidos en una pelea con cada integrante de su propia familia y agarrando a puñetazos los principios morales recibidos en casa.

 

Con padres de familia que gritan a pulmón abierto que necesitamos la paz, y cerrando la puerta de su casa, protagonizan las múltiples averiguaciones previas que se asientan por violencia familiar o bien, protagonizando esas sangrientas novelas que nunca salen a la luz y que solo son escuchadas por los vecinos de la cuadra cuando el padre tunde a la esposa bajo los efectos del alcohol.

 

Creo que la paz solo se alcanzará cuando los seres humanos, todos por igual, podamos darnos cuenta que la puerta de la permisibilidad la hemos abierto tanto que ya no nos damos cuenta de lo que hemos dejado pasar. Hoy todo se vale, hoy todo se permite.

 

Hoy la paz en el mundo me genera un dolor muy fuerte en el pecho. Pero es un dolor con esperanza y no un dolor con resignación. Y por ello vivo en mi dolor, con la emoción de que algún día se comprenda que falta mucho por hacer. Que cada uno de nosotros tenemos el gran compromiso histórico de abonar con nuestro actuar a favor de la paz. De querer una mejor sociedad y un mejor futuro.

 

Porque más allá de casas, de dinero o de cualquier tipo de riquezas, hoy lo que debería de buscar cualquier ser humano es vivir en paz consigo mismo y lo que es mejor, en paz con todos los que lo rodean.

 


























septiembre 06, 2012

Para cuando yo no esté




Nunca he imaginado como será mi sepelio.

Sería interesante saber lo que sucederá ese día. En una tarde lluviosa o una mañana soleada. No lo sé. Pero sucederá en la fecha que allá arriba me marquen. Ni antes ni después.  El reloj ya no caminará más para mí. Y juro que estarás ahí.

Y quiero confesarte que me carcome la duda en qué parte de la vida sucederá mi retiro. No sé si será pronto, pero sé que estarás conmigo. 

Y te veré ahí, parada ante un féretro que no me quedará exacto porque habrá un espacio vacío.

En el ayer quedarán los aromas de tu piel, de tu cabello y de tu alma. Pero el día de mí partida solo emanará el aroma de las flores, esas que muchas veces viste llegar a casa. Pero a diferencia del ayer que llevaban una tarjeta de amor para ti, hoy traen una gruesa banda con el nombre de quien me las envía.

A la distancia imagino la escena. Muchos de los que me aprecian estarán ahí. Algunos platican, otros callan. Pero  todos, absolutamente todos piensan que ya no te veré. Y por primera vez nadie se equivoca conmigo. Ya no te veré jamás.

Y ese día quisiera convertirme en un vulgar ladrón para robarte las lágrimas y llorarlas por ti. Para no permitir la tristeza en tu rostro y en tu alma. 

¿Sabes? me duele saber que te dolerá.

Y como sombras los veré caminar. Y no hablo de los que acudieron a mi último adiós. Me refiero a mis sueños, a mis ilusiones, a mi esperanza. Mi futuro camina en su andadera con su sonaja en la mano con la cara triste y balbuceando tú nombre. Apenas creciendo muere conmigo.

Sentado en el fondo del velatorio está mi pasado y a mi lado veo doblada a mi sonrisa, como la señal de un adiós que lastima y que al igual que todos, llora desconsolada.

Aún no puedo entender porque la vida es así, porque esperamos la partida para tratar de romper el pecho y gritar nuestros sentimientos.

Nuestro último suspiro es como ese silbato que anuncia la partida del barco, ese que nunca más regresará. Y es cuando tratamos de bajarnos de él para decir, para gritar, para volcar la voz con todas nuestras fuerzas y hacerle saber al ser amado cuanto lo amábamos. Pero las anclas ya se levantaron y las veletas ondean a la mar. Mi barco partirá.

Y cuando eso pase, me llevaré los recuerdos de tu sonrisa, de tu mirada. El calor de los abrazos que miles de veces nos dimos. Las carreras que emprendíamos por toda la casa cuando el “señor tenazas” se apoderaba de mis brazos para hacerte reír a carcajadas haciéndote cosquillas siendo niña.

Ya no saldremos a caminar juntos como en el ayer. Ya no me contarás lo destacada que estás en la escuela ni lo que piensas de la vida. Ya no pintaremos cuadernos acostados en el piso de la sala. Ya no te llevaré en brazos de la sala a tu cama mientras el sueño te vencía. Ya no comeremos juntos. Ni nos tomaremos fotos chuscas. Ni estaré sentado en las gradas en aquellos festivales escolares viendo como danzas cual ángel sin alas. 

Extrañaré tu voz.

Y es que solo un padre puede comprender lo que se siente cuando se tiene a una hija. Pero no hablo de tenerla como los animales para botarla al menor descuido. Hablo de tenerla, de sentirla suya, de dar la vida por ella. Hablo de protegerla sin importar nada. De querer nutrirle su corazón de felicidad y de alegría. De hacerla sonreír. Verla sonreír.

Y hoy con estas líneas quiero decirte que solo una cosa me preocupa.

Hoy quisiera saber si a mi partida, te dije cuanto te amaba. Quisiera saber si fui tu alegría, tu apoyo.  

Quisiera saber si los miles TE AMO que te dije fueron suficientes para hacerte sentir amada. Quisiera saber si no quedaron palabras guardadas en mí. 

Quisiera saber si fui ejemplo, espejo y moral. Si te dije lo orgulloso que estoy de ti. Y no me importa la edad que tengas cuando todo pase. En cualquiera de ellas estaré orgulloso de que tú seas mi hija.

Quisiera saber si te di los principios, las bases, las armas para enfrentarte a la vida y a las falsas sonrisas de los payasos sin circo, esos que sin duda acudirán a ti tratando de robarte una caricia que ni siquiera se merecen.

Y hoy quiero decirte que esto es lo que me duele. Quisiera pedirle tiempo al tiempo para estar contigo en los momentos más difíciles de tu vida para orientarte y apoyarte. Para brindarte un abrazo y un consejo. Para caminar a tu lado y entregarte al hombre que elijas como tu compañero de vida. Para limpiarte las lágrimas cuando en alguna ocasión el amor desgarre tu corazón. Para agarrar a golpes a la frustración evitando que se abrace de ti cuando la vida se empeñe en hacerte sentir mal o para llorar contigo de felicidad cuando la maternidad llegue a tu vida.

Hoy quisiera saberlo para tener la tranquilidad de que, cuando tu comprendas las cosas, sepas que te amo y te amaré como solo un padre ama a su hija. Para que sepas que todos los días rezo una oración para que algún día llegues a perdonarme por aprender a ser padre contigo, pidiendo que algún día saques de tus recuerdos lo duro que fui.

Y hoy que te imagino ahí, frente a un féretro que no me queda exacto porque queda un espacio vacío, quisiera volver los ojos al cielo y pedir que el dolor que sentirás se fuera conmigo.

Para que solo así, en esa brillosa caja acojinada, juntos se vayan mi cuerpo y tu dolor llenando ese espacio vacio.

Pero mientras ese momento llega, mientras mi partida anuncia mi retiro, hoy que estoy aquí me dedicaré a amarte, a seguir haciendo de ti el pretexto perfecto para ser feliz, a continuar disfrutando tu presencia; para seguir siendo esa familia que tantas veces soñamos juntos, para que cuando yo acuda a la cita con mi destino yo me quede sin dudas, sabiendo que tú te quedas como hija recordando a quien la hizo feliz y yo como padre muera tranquilo.