Por: Luis Alberto Luna León
Blanca fue descubriendo esa
parte que no conocía de su esposo. O mejor dicho, fue confirmando lo que ya
sospechaba. Con el paso del tiempo, se fue familiarizando con sus andanzas
nocturnas. El negocio de las bicicletas fue prosperando y de igual forma los
romances de Odiseo.
Dinero en la bolsa y percha
a su favor. Eran los medios para crearse la fama que todo hombre aspira en sus
sueños mas secretos. Ser mujeriego. Hoy la suerte le estaba sonriendo y aquel
amor imposible de la infancia había marcado para siempre su actuar. Toda mujer
hermosa tenia que ser conquistada por sus encantos.
Pero no todo era alegría y
algarabía para Odiseo. Por las noches, antes de recostarse, en esos momentos en
los que fijaba su mirada en el infinito, meditaba. Algo en su interior le decía
a Odiseo que lo que hacia no estaba bien. Que no podía estarle haciendo eso a
Blanca. Traicionarla. Fallarle a la mujer que había estado con él en las buenas
y en las malas. Y este pensamiento se convirtió en una constante durante varias
noches. De hecho, sus amigos también se lo recalcaban en cada plática de
juerga.
-¿Como vas con los negocios
Odiseo?
-Bien Francisco, bien. Ya
sabes, es un negocio que conozco a la perfección y día con día nos están
cayendo mas oportunidades.
-¡Salud por eso,amigo!
-No cabe duda, estos
detalles son los motivos por los cuales me gusta echarme unos tragos contigo
Francisco, siempre celebrando mis éxitos.
-Pero dime ¿como está
Blanca?
-Ni me hables de ella. Ya no
puedo salir a dar la vuelta con los amigos porque me la encuentro de mal humor.
Y tú sabes que no me gustan las mujeres enojonas.
-Oye Odiseo, pero creo que
Blanca tiene razón. Últimamente has estado bebiendo mucho.
Esas eran las pláticas que
Odiseo tenía con sus amigos. Siempre escuchando que no hacía bien las cosas.
Pero para él, nada era verdad.
Sin embargo, para su
desgracia, todo era real. Pero no escuchaba. Solo atendía el llamado de su
interior. Respondía únicamente a ese deseo por ser admirado. Poco le importaba
Blanca. Lo que quería lo estaba logrando. Ser reconocido como alguien a quien seguir,
a quien admirar.
De niño siempre anhelando
triunfar. Hoy que todo le sonreía no iba a desaprovechar la oportunidad de ser
alguien.
Pero aún y con esos aires
“donjuanescos”, Blanca se embarazó. Y lo hizo pensando que la paternidad haría
cambiar el actuar de Odiseo.
Pero el tiempo se encargaría de comprobar ver si
ella tenía razón.
Cuento 7.La familia
Cuento 1. La ausencia del ayer
Cuento 2. La aventura
Cuento 3. Construyendo el sueño
Cuento 4. La sangre de Odiseo
Cuento 5. La mirada de Blanca