A veces no comprendo. Las cosas deberían de ser siempre claras en una relación de pareja.
Sin embargo, hay quienes no ponen todas las cartas en la mesa. Hay quienes se empeñan en jugar a querer, a engañar a la otra persona diciendo cosas que no sienten.
Y ante la falta de valor para hablar, se empiezan a alejar. A mantenerse distante sin cortar el listón al que en el ayer se afianzaron juntos.
Lo que no toman en cuenta es que el que se queda observa, analiza, valora, saca conjeturas, hace conclusiones.
Y el único que se engaña es el que no habla con la verdad. Porque la persona que se queda en la relación, observa sorprendida hasta donde es capaz de llegar el que no habla, el que no dice nada.
Moviendo negativamente la cabeza se queda observando hasta donde sufre su propio infierno la persona que no tiene el valor de hablar. Porque así ha de ser: un infierno el estar con quien ya no amas. Un infierno el cerrar la boca y no hablar y no decir y no gritar que ya no se quiere estar ahí.
Pero el que sufre es el falto de valor. Y por lo regular es el que se va. Porque para quien se queda todo está claro. Definido. Sólo está aguardando con tristeza el momento exacto para verlo explotar.
Y triste no por lo sucedido. Sino por haber escogido para amar a alguien que no puede decidir ni por sí mismo.
Y triste no por lo sucedido. Sino por haber escogido para amar a alguien que no puede decidir ni por sí mismo.
Cuanta razón tiene Luz Casal cuando dice..
..."Tu juegas a quererme, yo juego a que te
creas que te quiero
creas que te quiero
buscando una cuartada, me das una
pasión que yo no espero
y no me importa nada
pasión que yo no espero
y no me importa nada
tu juegas a engañarme, yo juego a que te
creas que te creo
creas que te creo
y escucho tus bobadas
acerca del amor y del deseo" ...