julio 21, 2015

Candidatura independiente, mi camino.






Ayer vi el episodio final de la serie “Infames”. 

El candidato a la presidencia de la república acude a las casillas con su esposa y su hijo a votar. 

Cuando la esposa entra a la urna, cruza el nombre del candidato opositor a su esposo, para después depositar la boleta en la urna. La foto del recuerdo no se hizo esperar. Los tres abrazados con sonrisa de triunfo. Y la lógica indicaría que la esposa votaría por su esposo. Pero no fue así.


Esto lo cito porque al ver los resultados que hasta hoy registra el Programa de Resultados Electorales Preliminares del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana en Chiapas PREP ante los resultados de las elecciones a Presidentes Municipales y Diputados Locales 2015, me surge una duda a manera de reflexión.


¿Qué sentirán los dirigentes de un partido político cuando en un municipio como Tuxtla Gutiérrez observan que fueron 1800 votos los obtenidos y lo comparan con su padrón de militantes que registra a 6000 afiliados a su partido en ese mismo municipio?


Y más aún, ¿qué sentirá el candidato cuando observa que ni los de su propio partido en ese municipio votaron por él?


En fin. Me queda de reflexión para estos dos años que vienen y para mis futuras decisiones en mi deseo por participar en la política de Chiapas.

Me queda claro que la serie citada es una simple ficción. 

Lo que no sucede con mi persona, ya que aquellos que durante estos años me han acompañado y creen formalmente en mis ideas y en mis proyectos están ahí. Siguen ahí, a mi lado.  Y esa es mi realidad.

Por tanto, creo que el camino para mi será ir por la candidatura independiente, la ciudadana.


Nos vemos en dos años.







julio 02, 2015

¡Lo dijo Jacobo!


¡Lo dijo Jacobo!

Esa frase era la que en los años ochentas y noventas recorría en los pasillos del gobierno. 

En las oficinas se comentaba la noticia. En las cafeterías y en las barras de cualquier bar del país era lo que siempre acompañaba a la copa.

¡Lo dijo Jacobo! Así cerraba alguien una discusión o polémica. Ante esa frase nadie podía ir en contra.

El comunicador de origen polaco era el que comandaba las noticias en todo México. Su influencia llegó a ser de tal magnitud que el sólo saber que Jacobo Zabludovsky lo había anunciado en su programa “24 Horas” era suficiente para considerarla como verdad.

Siempre vistiendo esa corbata negra que, a manera de mito, yo sabía que era su manera de inconformarse ante la orden recibida: informar hechos armados a modo.

Y nadie mentía. Jacobo daba la versión oficial de los hechos. Lo que el gobierno quería que el pueblo de México supiera, era dado a conocer en su programa vespertino.

Muchos critican a Zabludovsky. La atañen que la desinformación en México fue producto de su genuflexión ante el gobierno. En su docilidad. En su complicidad. En su compadrazgo por el poder y para el poder del aparato gubernamental.

Y el coraje llega a tal grado que una Universidad de México en pleno año 2015 frenó el proceso para otorgarle el Doctorado Honoris Causa. El motivo es lo que ya sabemos. No podían distinguir a tan perverso comunicador de los ochentas. Así fue la óptica usada. Así se veía Jacobo ante los lentes de la Universidad Veracruzana.

Yo hoy escribo estas letras para hablar no de la muerte de Jacobo, ya que el solo hecho de su deceso es por demás lamentable para mí. La muerte es alguien que me cae mal. Su llegada siempre causa dolor, tragedia y sufrimiento.

Pero yo no puedo negar que Jacobo es el reflejo de la constancia. Del atreverse. Del iniciar a caminar en un periodismo cuando nadie creía en ello. No existía como profesión y el ya la ejercía.  Entrevistó a todos los grandes. Lo mismo artistas que grandes políticos. Narró hechos tan importantes como la llegada del hombre a la luna en 1969, como el terremoto de la Ciudad de México en 1985.

La etapa que más disfruté de él fue en la radio y en su columna Bucareli, ambas cuando ya se encontraba alejado de la televisión y quizá del poder.

Ahí pude conocer el periodismo crítico, ácido, combativo que en Jacobo existía.  Y tan seguro estoy que eso había en su interior, que basta recordar lo que Martha Alicia Chávez dice en su libro “Tu hijo, tu espejo” para confirmarme el dato.

Abraham Zabludovsky Nerubay, hijo de Jacobo y Sara, es quién deja ver en su estilo periodístico, lo que en las charlas con su padre había: inteligencia, información, documentación, valor para decir las cosas. Cosas que hoy Abraham en su programa de radio y en sus escritos, matiza con un fino sarcasmo que lo hace deleitable para aquellos que nos gusta ese estilo.

Muchos dicen que Abraham se formó así por ver a su padre callar ante los hombres del poder. Unos más dicen que era por la impotencia que le generaba ver doblegado a su padre ante la instrucción del gobierno. Otros dicen que es así porque ...así es su personalidad y punto. Yo digo que Abraham es la escuela de su padre Jacobo pero en versión libre.

¡Lo dijo Jacobo! Es una frase que ya no se escucha más. Desde que dejó de salir en su programa 24 Horas en la televisión mexicana y hoy, al conocerse su muerte, nos confirma que nunca más volverá.

Se fue Jacobo Zabludosky Kraveski, quien fue contemporáneo de Dalí, Fuentes, Vargas Llosa, Cantinflas, García Márquez, Chespirito y muchos íconos más.  

Se van los del ayer; como una clara señal de que, generacionalmente, seguirán los del ahora. Y ahí, formados, nos encontramos nosotros. 

Y esto, no lo dijo Jacobo.