Cuando te hagan llegar un
oficio, siempre se debe poner un sello, señalando hora, fecha y firma de quien
lo recibe y debes enviar el acuse de recibo a quién te hizo llegar el
documento.
El oficio lleva un mensaje, texto con información importante, por tanto
hay que dejar constancia de que ya fue recibido.
Pero si te mandan un detalle o tienen una atención contigo, esas atenciones también llevan un mensaje, una información importante para ti de quien te la envía o de quien tuvo esas atenciones. Por ello, no te olvides de hacer llegar tu acuse de recibo. Es tu sello, pues.
En el oficio, el acuse de
recibo es regla administrativa y es obligado hacerlo.
Pero en las atenciones que tienen contigo, no hay obligación, es simplemente agradecer si te nace. Y si no te nace, pues...no contestes nada.
Así quien tiene esas
atenciones contigo sabrá que debe ahorrarse esos detalles porque ni son
apreciados ni son valorados o, en el peor de los casos, no tienes el tiempo
para observar lo que te enviaron. Y eso es más lamentable, porque siempre hay
un minuto cuando se quiere tener ese minuto.
Bueno, al menos eso pienso yo. Cada quien pone su sello personal. Tanto en la oficina, como en la vida personal.
Y pensar que por un simple sello las personas tienen problemas en las auditorias. Hasta en eso, ¿no?