Disfruto
mucho leer. Es algo que me permite conocer dimensiones desconocidas. La mente
siempre tiene caminos insospechados y leer lo que otros escriben me permite
conocer lo que en ellos existe. Y me he llevado muy enriquecedoras sorpresas.
Hace
pocos días estuve inmerso en una crisis de salud de mi padre. Y mientras
aguardaba el diagnóstico médico me dispuse a leer un libro. Sin dudar, tomé un
libro que un gran amigo que radica en la ciudad de México tuvo a bien
obsequiarme.
Grata
fue mi sorpresa descubrir que el libro “El diablo no llegó” y otros relatos,
estaba escrito por César Garizurieta, hombre de la vida pública en México en
los años cincuentas. Abogado, Embajador de México en Haití, Magistrado en el
Poder Judicial dentro de otros cargos más es lo que caracteriza a Garizurieta
en su trayectoria profesional.
Sin embargo, lo que lo mantiene vivo en los pasillos de cualquier oficina gubernamental es que aquella famosa frase de su autoría “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, propia de la sorna mexicana y del coloquio de los mexicanos.
Sin embargo, lo que lo mantiene vivo en los pasillos de cualquier oficina gubernamental es que aquella famosa frase de su autoría “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, propia de la sorna mexicana y del coloquio de los mexicanos.
Con
estos antecedentes, me dispuse a leer el libro de corte infantil.
De
la pluma del también denominado en el mundo literario como “el tlacuache”, me
vi envuelto en las letras de cuentos como “el diablo no llegó”, “un agujero en
el zapato” y “el apóstol del ocio” que si bien es cierto fueron escritos en la década
de los cincuenta, su lectura es por demás actual.
El
escritor mexicano hizo con el personaje de “el diablo”, una suculenta historia
en donde la inocencia de los niños protagonistas de la historia se entremezcla
con esos mitos y leyendas que existen en cada rincón de nuestro país.
Un
libro de ágil lectura que invita a leerlo en una tarde cualquiera, ya sea en
una mañana fresca en los bosques de mi bello San Cristóbal de las Casas, aquí
en Chiapas; o bien, como lo hice yo, en una tarde nublada, mientras estaba a la
espera de los resultados de una operación de amputación de la pierna derecha de
mi padre a causa de la diabetes, que me dio el tiempo perfecto para leerlo en
los pasillos de una institución de seguridad social de una ciudad cualquiera.
Pero
lo más curioso de mi lectura fue que, tal y como sucedió en el cuento “el
diablo no llegó”, en la operación de mi padre el diablo tampoco llegó y hoy se
encuentra en completa recuperación haciendo de su lectura la mejor de las
anécdotas.
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