El gran problema de los ciclos, es que unos se
terminan muy rápido.
Pero la gran virtud de los ciclos, es que tenemos la
oportunidad de disfrutarlos y aprender de ellos.
La vida es de instantes, de momentos. De escenas
que jamás se volverán a repetir con las mismas circunstancias. Por ello,
debemos de valorar al máximo cada segundo mientras estamos en él.
Esa fue la razón por la que agradezco a mi grupo de
oratoria por hacer de la última clase un gran recuerdo en esta fotografía.
Muchos son los alumnos con los que he compartido el
aula durante más de 20 años en las instituciones educativas.
Y cada uno de ellos, los tengo tan presente como si
fuera ayer la última vez que estuvimos en un salón de clase.
Pero este grupo fue diferente. Juntos apedreamos a esos
miedos que nos impiden avanzar. Como un mismo equipo nos sentamos en la
banqueta para retomar las fuerzas y nuevamente intentar lo que muchos les habían
dicho que “no podían lograr”. Horas dedicadas a ensayar y ensayar.
Que majestuoso es el escenario cuando, desde una
butaca, observas como un alumno intenta encontrar su mejor versión de sí mismo
hasta conseguirlo.
Se vale que las personas que les rodean les digan
que no pueden, que no lo lograrán. Lo único que no se vale, es que ustedes se
los digan a sí mismo.
Hoy les pido que sigan su camino. Estoy seguro que nada
los detendrá. Hasta pronto.
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