
Sin embargo, hay una palabra que quizá tiene mayor relevancia para mí. Y me refiero a formar.
Formar es algo que debería de
considerarse algo especial. Todos pueden hacerlo pero pocos saben hacerlo.
Uno va por la vida escolar
caminando y encontrándose a distintas personalidades, hombres y mujeres que te
permiten un espacio de vida y deciden compartirlo contigo.
Por ello, hoy Día del Maestro, quiero
hacer público mi agradecimiento a cada uno de los maestros que tuve a lo largo
de mi vida. Desde primaria hasta el posgrado. A cada uno de ellos mi
agradecimiento por su tiempo y enseñanza.
Pero quiero hacer un especial
reconocimiento. Y este va dirigido a aquellos maestros a los que les observé
responsabilidad, emoción, entrega y compromiso en el aula.
A los maestros que no repartían
copias para formar equipos y pasar a los alumnos a exponer, transfiriéndoles la
responsabilidad de dar las clases y no realizarla ellos como maestros.
A todos aquellos que no se pasan
media clase anotando y anotando y anotando y anotando en el pizarrón,
desaprovechando tiempo e impidiendo el avance en la materia.
A los que me hacían comprender un
tema, más allá de aprenderme su concepto tal y como dice un libro.
A los que en clase me preguntaban los temas vistos a diario, porque así me obligaban a estudiar.
A los que me confrontaban con
fundamentos y con su experiencia y no con evasivas y datos incorrectos.
A los que me permitieron
conversar con ellos y formarme un criterio.
A los que me permitieron observar
su actuar fuera del aula y conocer el significado de la palabra congruencia.
A los que no me daban puntos
extras por participar en clase, enseñándome que no podemos premiar algo que es
una obligación de estudiante.
A los que me enseñaron a tener iniciativa sin nada a cambio, para no ser como el ratón que corre por la rueda a cambio de su quesito.
A los que no me pasaron con
aprobatoria cuando acudí a mendigar un .5 en una calificación.
A los que me enseñaron a enojarme
con los exámenes acumulativos.
A los que me dejaron de hablar y
de saludar fuera del aula motivados por el hecho de haberles expresado mi punto
de vista diferente al suyo. De ellos también aprendí que siempre hay que
separar lo profesional de lo personal.
A los que me exigían redactar.
A los que me dieron consejos. A los que me presionaron.
A los que me obligaron a conocer autores, a leer libros. A entender que leer es lo que inicia el proceso y éste nunca termina.
A los que me dieron consejos. A los que me presionaron.
A los que me obligaron a conocer autores, a leer libros. A entender que leer es lo que inicia el proceso y éste nunca termina.
A todos ellos, muchas gracias.
Porque quiero decirles que hoy que me encuentro desarrollándome en el ámbito laboral, todo lo que hicieron conmigo cobra sentido.
Citar los nombres sería imposible. Y no por no acordarme de sus nombres sino por la falta de espacio. Tengo la gran fortuna de recordar los nombres completos de cada uno de ellos.
Citar los nombres sería imposible. Y no por no acordarme de sus nombres sino por la falta de espacio. Tengo la gran fortuna de recordar los nombres completos de cada uno de ellos.
Por eso estoy aquí, sentado
frente a este monitor, redactando estas líneas a manera de homenaje para mis
maestros, a esos que vi emocionarse en una clase y hacer de sus alumnos hombres
y mujeres con un criterio académico definido y no reducirlos a simples
grabadoras de conceptos.
A ustedes, mis maestros, mi
agradecimiento por todo. Cada una de sus enseñanzas me han servido no solo para mi vida profesional sino que también, he podido utilizarlas para mi vida personal.
Y aprovecho para felicitar a
todos los maestros en su día. Que Dios les diga brindando la oportunidad de
estar en el aula y hacer lo que solo ustedes saben hacer: formar más allá de
educar.