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Conversando con el Dr. Bezares López
Hoy les comparto
unas líneas.
Para algunos serán
unos simples trazos. Pero para mí, representa indignación, coraje, rabia porque
en esas letras encuentro lo que viven las mujeres.
La mujer. Si, ella,
la maltratada y la "amada". Eso describe Elizabeth Pérez-Castro en su
poema llamado VIOLETA. Y ella lo ha llamado así porque ... es el color de la
piel en "los días después" en cada mujer violentada...
El
reloj da las doce.
Y
yo tiemblo.
El
reloj anuncia el primer minuto.
Y
yo tiemblo.
El
reloj no se detiene.
Y
yo me sostengo.
Uno,
dos, uno más debajo de mis ansias.
Tres,
cuatro, uno más en mi cara.
El
reloj avanza.
Y
no lloro, me mantengo.
Uno
más, porque tú mandas.
Dos,
tal vez, tres, mejor cuatro, uno más en la espalda.
Diez
minutos y mi corazón se calla.
Aquí,
en mi boca, porque es canalla.
Aquí,
en el costado, porque es resistente y no mata.
Tic,
toc… y aún no acabas.
El
reloj avanza.
Y
no grito y no gimo y no finjo y siento nada.
Estoy
tan acostumbrada.
Uno
más, por quedarme callada.
Dos,
tres, y mi corazón calla.
Aquí,
en el piso, así me quieres.
Doblegada.
Te
cansas.
Respiras.
Y
me sostengo, me pongo de pie y me sostengo.
Me
jalas.
Un
minuto más.
Ya
casi acabas.
Aquí,
en mi ombligo, porque soy fulana.
Aquí,
en la costilla, porque te la debo, porque yo soy nada.
Arrastrada.
Otro
más en la barbilla, porque no soy santa.
Me
sostengo, no te miro y te enfadas.
Al
final una bofetada.
Te
vas.
Me
sostengo.
Regresas
y me abrazas.
Nunca
más, prometes.
Y
mi corazón calla.
Tal
vez a las doce, tal vez mañana.
Mis
ojos vidriosos y llega la calma.
Tal
vez al rato, tal vez la próxima semana.
Mi
llanto silencioso y tus manos que me callan.
Y
así va mi vida.
Yo
con mis sufrimientos, y el mundo sin saber nada. Hasta que un día, aparezca
muerta así, de la nada.