junio 09, 2017

Homenaje a Gertrudis del Carmen Arzat Herrera



Todo mundo espera la puntualidad. Así nos fue enseñado desde niños en la escuela y en nuestras casas. Todos convocados y todos confirmados. Nadie dejó de asistir a ese encuentro en donde la memoria del ayer se enfrentaría con la realidad del hoy. Estábamos emocionados.

Cada uno de los que asistimos a ese desayuno tenía en la mente sus propios recuerdos, sus propias anécdotas. Unas grupales y otras personales. Pero al final, todos teníamos un motivo para estar ahí, presentes.


La Profesora Gertrudis del Carmen Arzat Herrera llegó como siempre llegaba al aula en el ayer en la escuela Primaria.  Siempre con algo en las manos para sus alumnos. Y en esta ocasión se hizo acompañar de unas bolsas blancas de plástico. Dispuesta a regalar no algo material. Ella siempre regalaba emociones. Y esa mañana del sábado no fue la excepción.

Se integró un comité informal de bienvenida por parte de los que hace más de 30 años fuimos sus alumnos en la Escuela Primaria Juan Benavides en Tuxtla Gutiérrez.

De inmediato, las lágrimas hicieron acto de presencia, sólo al verla, sólo al abrazarla. Estaba ahí la que nos tuvo bajo su responsabilidad en su grupo escolar.

Y es que los que formamos parte de la Generación de alumnos 1979-1985 decidimos realizar un merecido reconocimiento a la que en el ayer fuera más que nuestra maestra de la primaria. Y con la disposición de siempre, la profesora Gertrudis acudió.

Siempre erguida, siempre bien presentada. Con esa voz que refleja disciplina y firmeza. Con una sonrisa apenas dibujada en los labios, pero que siempre nos inyectaba ternura y confianza.

En el apartado del Restaurante en donde estaban las mesas se encontró con el resto de los que formamos aquel grupo “A” que estaba a su cargo cuando egresamos.

Ahí estábamos sus ex alumnos, esos que en el ayer estaban igual que esa mañana, parados hoy alrededor de cuatro mesas redondas, a diferencia del ayer que esperábamos en los pupitres de madera esperando a que entrara al aula la maestra Gertrudis. De pie, atentos.

De inmediato todos aplaudieron. Presurosos nos acercamos a abrazar a la que muchas veces nos abrazó siendo niños. Unas veces para hacernos entender del porqué del regaño en clase o bien, para darnos aliento por conocer de nuestros problemas en casa.

Y al igual que hace más de 30 años, nos abrazó. Ya sin la necesidad de agacharse para abrazar al niño del ayer. Hoy frente a ella estaban los hombres y mujeres padres de familia, los profesionistas.

Y es que nadie de los que asistimos al desayuno dudó un solo momento en acudir al encuentro.

Todos queríamos ser parte de esa celebración. Y aunque las casi cuatro horas que duró ese desayuno fueron más lágrimas que risas, todos necesitábamos de eso, de sacar los sentimientos más profundos hacia la mujer que fuera nuestra maestra, la exigente, la disciplinada, la puntual, la organizada, la que siempre caminaba derecha, la que nunca nos dejó solos en el aula, la que no faltaba a clases, la que siempre sabia quienes éramos, la que no hacia distingos, la que no tenia consentidos, la que siempre nos presionaba, la que encontraba talentos en cada uno de nosotros.

En resumen, la que siempre nos trató como seres individuales y no como un grupo, a pesar de que en nuestro salón éramos más de cincuenta alumnos a su cargo.


De pronto, la maestra se paró al lado de una de las mesas en donde estábamos sentados. Y sin darnos cuenta tomó una de las manos de mi compañera Alicia Vázquez Lazos y empezó a cantar aquella canción que desde mi primaria me ha acompañado y que en donde quiera que la escucho me pone nostálgico…

…”Tu eres mi hermano del alma realmente un amigo. 
Que en todo camino y jornada este a siempre conmigo. 
Aunque eres un hombre aun tienes alma de nino. 
Aquel que me de a su amistad, su respeto y carino. 
Recuerdo que juntos pasamos muy duros momentos. 
Y tu no cambiaste por fuertes que fueran los vientos. 
Es tu corazon una casa de puertas abiertas. 
Tu eres realmente el más cierto en horas inciertas”…


De inmediato todos nos tomamos de las manos y nos unimos en coro a la voz de la maestra. Todos nos veíamos y sonreíamos. Por breves momentos nos trasladamos a nuestra ceremonia de graduación en donde siendo niños cantábamos en aquella ceremonia oficial parados al frente y siendo observados por nuestros padres, esos que hoy ya pintan canas y otros padre de familia, hoy ya nos observan desde el cielo. 

Empezó el desayuno. De inmediato comenzaron las fotos del recuerdo, las selfies que captan rostros para la posteridad. Cada uno de nosotros con esa sonrisa que denota alegría.

Y es que la etapa de la escuela primaria es por demás especial para mí.

Creo que en ese ciclo de vida, en esos seis años, la amistad se entrega sin nada a cambio. Te haces amigo por el simple hecho de jugar el mismo deporte, por brincar listón con la misma pericia, por sentarte a comer tu “lunch” en la hora del recreo con tus amigos. Todo ello sin importar si eres hijo de un alto funcionario o de un rico empresario. Sin saber cuánto vale el coche de papá o de mamá. Ahí la amistad es por demás pura, sincera. Y en esa escuela, así nos pasó a todos los que conformamos esa generación.

Terminamos de desayunar y dentro del orden del día establecido para la profesora homenajeada, estaba la entrega del reconocimiento. Y mis amigos me pidieron que hiciera uso de la voz.

Nervioso, muy nervioso y mucho más nostálgico. Así me paré al frente a tomar el micrófono y expresar unas palabras. Fue un difícil momento, porque mi mensaje debería de contener las palabras exactas que reunieran los sentimientos de todos los que ahí estábamos.

Frase a frase y con el reconocimiento en mi mano izquierda fui desahogando mis ideas. Pude superar las emociones hasta ese momento. Pero cuando me pidieron que leyera el mensaje grabado en la pieza que le entregaríamos a nuestra profesora, ahí si dudé.

Sabía que en algún párrafo la voz me traicionaría. Y en efecto. Así fue. No hubo molestia de mi parte que en el video que muchos grabaron con su celular quedara la evidencia de mi voz quebrada por la emoción. No me molesta dejar ver que soy así.

Cedí el micrófono a un gran amigo. Él radica en la ciudad de Monterrey, Nuevo León; pero vino especialmente a este homenaje. Y se hizo acompañar de una sorpresa. Uno de sus talentos es componer. Y que mejor oportunidad para dedicar la letra de una canción en honor de la profesora Gertrudis.

“Mis Huellas…” es el nombre de la canción que en ese momento el mismo interpretó en compañía del guitarrista que contratamos para la ocasión. Con esa mirada que caracteriza a una madre, así observé a mi maestra ver a Jair, mi ex compañero de aula y hoy mi amigo, mientras cantaba.

Un abrazo selló el agradecimiento de la maestra hacia Jair. Por nuestra parte, el aplauso.

Todo estaba por finalizar. Así que nos dispusimos a ir al jardín del lugar para tomarnos la foto del recuerdo. Un fotógrafo nos aguardaba presto para captar ese momento e inmortalizarlo por siempre.


Para la fotografía, nos colocamos sin respetar el “por orden de lista” y tampoco respetamos “del más alto al más bajito”.

Lo que si dejamos ver fue que las “niñas” se colocaran por delante de “los niños”. Al menos la caballerosidad del ayer sigue presente en nosotros.

Una vez tomada la foto del recuerdo, regresamos. Ya la mañana había transcurrido y muchos estaban por marcar retirada a sus respectivas realidades laborales, sociales o familiares.

Sin embargo, nadie había reparado en lo que la maestra Gertrudis había llevado en unas bolsas blancas cuando arribó al lugar y que aún estaban en el apartado del restaurante.

Pero ella se nos adelantó y entró para darnos una indicación. “Se colocan en dos filas” fue lo que se escuchó de sus labios y así lo hicimos.

De las bolsas fueron saliendo playeras para cada uno de nosotros. No sé cómo le hizo para calcular las tallas, pero a todos nos quedaron a la perfección.

Pero nadie sabía lo que en esas playeras se encerraba. Nadie tenía el más mínimo conocimiento de lo que nos aguardaba al extender esas playeras.

La mente siempre tiene registros. Recuerdos,  escenas, imágenes, momentos, vivencias que se alojan en alguna parte del cerebro que solo necesitan de un factor para que de inmediato salgan corriendo y se nos coloquen frente a los ojos. Como para volver a vivir ese ayer.

Esto lo comento porque ahí, en la playera, venía un mensaje que hablaba de la importancia de la amistad y de la sencillez que en los seres humanos debe de existir.

Pero el mensaje, era un pensamiento de nuestro amigo Fernando, el que también cursó la primaria con nosotros. El que llevaba botas de vaquero y su cuerda para florearla en el recreo. El güero, el pecoso, el que a todos les caía bien, el que siempre sonreía. Ese que en cada uno de nosotros sembró recuerdos de su amistad pero a quien Dios lo llamó hace muchos años para llevarlo a su lado. Y la añoranza y la tristeza entraron a ese salón para sentarse junto a nosotros. 

Fernando Hortal Arzat es hijo de nuestra profesora Gertrudis y fue nuestro compañero y amigo en “la Juan Benavides”. Su foto plasmada en la playera fue, sin duda, motivo de rostros con los ojos enrojecidos. Dedicamos una porra al amigo, al viajero. Y aplaudimos.

Era el momento de partir. La hora del desayuno ya se había unido a la hora de la comida y el tiempo es el único que no se detiene. Así que nos dispusimos a retirarnos.

Hoy me encuentro sentado frente a este teclado tratando de reunir cada momento vivido en ese desayuno.

Sin duda la alegría por estar con mis amigos con los que cursé mi escuela primaria se hace presente.

También está la alegría de haber convivido con la maestra que formó parte importante en nuestra formación escolar. De haberle dicho frente a frente “Gracias”, esa palabra que a muchos cuesta decir, pero que a otros el decirla nos reconforta y alimenta el alma.

Pero también, hoy me acompaña la tristeza. Por saber que muchos de los que formamos parte de esa generación escolar ya se nos adelantaron en la vida.

La vida es de momentos, de vivencias, y hay que disfrutarlas al máximo porque muy difícilmente la vida nos vuelve a poner en un mismo lugar dos veces.

Por ello, queda este testimonio para que, pasado el tiempo, podamos volver en el tiempo y ver que la exigencia, la disciplina, la organización, el orden y la presión en el aula, muchos alumnos siendo niños, de grande lo agradecerán.

A nuestra profesora Gertrudis del Carmen Arzat Herrera, todos le decimos ….¡gracias!


 Con afecto, sus ex alumnos...

Argueta Avendaño Mary Cruz

Castillejos Oliva Carlos Alberto

Cruz Amezcua Eduardo

De los Santos Valdiviezo Rubí

Domínguez Vázquez Amada

Gutiérrez Ruíz María Catalina

Ibarra González Bardo

Jiménez Albores Laura Cecilia

López Trejo Dora María

Luna León Luis Alberto

Nucamendi Meza Virgilio

Rodríguez Ovando Benigno

Santiago Najar Elizabeth

Sotelo Ortíz Entonio Eduardo

Vazquez Lazos Alicia

Zúñiga Morales Julio César

















junio 07, 2017

Conferencia en el Tecnológico de Cintalapa



Mi agradecimiento al Instituto Tecnológico Superior de Cintalapa, por haberme invitado a impartir la conferencia "Desarrollando liderazgos personales para la competitividad profesional".


Para mí fue un gusto regresar después de más 3 años a esa casa de estudios y compartir con los jóvenes estudiantes quienes en fechas próximas estarán enfrentando a ese mundo laboral que tanto exige.




Apoyando a Miss Earth 2017

He recibido la invitación por parte de Sofía Aquino, Directora de Miss Earth Chiapas, para asesorar en materia de elocuencia a Eloísa Moral Bacelis, mujer palencana que ostenta el título de Miss Earth Chiapas 2017. 


Mi agradecimiento haberme invitado a formar parte de ese importante equipo que busca proyectar el talento y la preparación de la mujer chiapaneca a los ojos del mundo.





junio 02, 2017

Entrevista para la Revista Estilo Capital





Sin más interés que el acercar mi pensamiento que sobre la oratoria y el gran talento que existe en la niñez y los jóvenes de Chiapas, hoy tengo el gusto de compartir con ustedes la entrevista que la revista Estilo Capital me hiciera en el mes de Mayo pasado. Reciban mi saludo y mi agradecimiento por su tiempo al leerme. ¡Hasta pronto!


Entrevista para la Revista Estilo Capital

1. ¿Cuál es su profesión? Antes de iniciar con mis respuestas, quiero agradecer a todo el equipo de Estilo Capital por el espacio que me brindan para comunicarme con sus lectores. Es algo que aprecio y valoro mucho. Pues bien, yo tengo la licenciatura en administración de empresas. Aunado a ello, pude especializarme en temas que son afines en mi profesión desde el año de 1997 cuando egresé de la universidad aquí en Tuxtla Gutiérrez.

2. ¿En que labora actualmente? Me desarrollo en el ámbito administrativo público, pero además me encuentro en contacto con jóvenes a través de la docencia desde hace más de 20 años. Esto me ha permitido sumar lo académico de mi profesión con mi experiencia profesional y fortalecer la formación de los alumnos que me han asignado en las aulas universitarias. 

Sin duda alguna ha sido una gran experiencia, ya que apoyarlos con información que les servirá en el ambiente laboral es algo que me obliga a hablar con la verdad de ese mundo tan exigente que es la empresa en México. Si bien es cierto que los autores de los libros son importantes, también lo es la realidad a la que se van a enfrentar los futuros egresados. Y ese ha sido mi compromiso con mis alumnos. Servir de puente entre lo académico con la realidad de lo laboral.


3. ¿Cuál es su trayectoria en la oratoria? Este es un tema que me emociona de igual forma que mi carrera profesional. La oratoria ha sido y creo lo será por mucho tiempo, mi pasión de vida. Quiero que sepas que inicié ya tarde en los concursos de oratoria. Muchos inician siendo unos niños. Pero mi historia es otra. Ya era un adolescente cuando subí a tribuna con el discurso elaborado, las letras caminando en mi mente y seguro de poder salir bien librado. Pero en esa ocasión olvidé por completo mi discurso. Quizá fueron 5 segundos los que me quedé callado en plena tribuna, pocos segundos pero que fueron suficientes para motivarme por más de 20 años para que no me volviera a pasar.

Desde entonces pude aprender que la seguridad que todo orador debe tener descansa en la información que trae, en la causa que defiende, en la actitud que proyecta, pero sobre todo, en la manera en la vive lo que habla. De todo eso me fui nutriendo a lo largo de estos años.

4. ¿Cuántos premios y reconocimientos ha obtenido a lo largo de estos años? He tenido la oportunidad de ganar algunos concursos de oratoria. Todos han sido importantes, ya que cada uno de ellos representa la experiencia obtenida. Cuando cursaba la preparatoria tuve la oportunidad de ganar algunos concursos de oratoria realizados por asociaciones juveniles. 

Sin embargo, por mencionar los más enriquecedores se encuentran los que obtuve en los concursos realizados por el entonces departamento Causa Joven del Instituto del Deporte y la Juventud en Chiapas. Fui campeón estatal dos años consecutivos y tuve el honor de representar a Chiapas en los concursos que a nivel nacional se desprendieron de ellos. Además de los campeonatos obtenidos, en los concursos nacionales recibí mención honorífica por mi disertación y el otro concurso me dio la oportunidad de obtener el pase dentro de los 10 mejores lugares a nivel nacional, ocupando el lugar número 8 de ellos.

Quiero decirte que siempre he creído que la importancia de ganar concursos de oratoria radica no tanto en el organismo que organiza los concursos, sino más bien, en la calidad de los participantes y en el nivel del jurado que evalúa. 

Te comparto que tuve a grandes rivales en la palestra, jóvenes con mucha preparación, oradores de gran trayectoria en Chiapas y quienes hasta hoy día siguen dando motivos de orgullo para mí y para mi Estado y con quienes me une una gran amistad.

Así también, tuve la dicha de poder ser evaluado por miembros de jurados que reunían talento y capacidad en la oratoria así como un gran bagaje histórico. Y de sus observaciones y comentarios pude aprender siempre.

Por otro lado, además de los concursos ganados, el gobierno de Chiapas me invitó a formar parte del bloque de oradores nacionales dentro de las festividades por la federación de Chiapas a México en una importante muestra de oratoria, distinción que me permitió compartir tribuna con grandes oradores juveniles de mi Estado a quiénes les guardo admiración y mucho respeto por su talento en el arte de la palabra.

5. Platíquenos un poco a cerca del homenaje que le acaban de realizar: Te agradezco que me permitas hablar de este evento. El homenaje que recientemente me fue realizado es algo que recibí no como una medalla al ego a mi persona, sino que me representa un gran compromiso con la comunidad de oradores chiapanecos y sobre todo, con la niñez y la juventud de Chiapas. 

Te platico. Dentro de la lista de materias que se imparten en una Universidad en Tuxtla Gutiérrez, se encuentra la de Oratoria. Los alumnos que llevan esa materia de manera unánime decidieron colocar mi nombre al concurso de oratoria que la escuela realizaría, decisión que fue producto de la búsqueda de información que sobre los maestros contemporáneos chiapanecos de oratoria existe. Grande fue mi sorpresa cuando recibí la llamada informándome de ello. 

Y si bien la noticia fue por demás halagadora, estar en el concurso, observando a los estudiantes disertar, analizando su preparación y escuchando el fondo de su propuesta en cada discurso, créeme, es una escena muy difícil de explicar por el grado emocional que lleva. Aquellos que me conocen saben que soy un hombre nostálgico. Y ese evento hizo que mis sentimientos estuvieran a flor de piel. Desde este espacio nuevamente hago manifiesto mi agradecimiento a cada uno de los que pusieron tiempo y esfuerzo para que ese evento pudiera llevarse a cabo.

6. Como apoya a los jóvenes con este talento. Hubo una etapa en mi vida en la que la edad ya no me permitió seguir participando en los concursos de oratoria. Los jóvenes crecen. Y al estar imposibilitado a seguir participando en tribuna, decidí buscar alternativas para seguir presente. Y me di a la tarea de empezar a apoyar a niños en la oratoria. Pero no en aquella en la que muchos padres de familia creen cuando piensan que ser orador es hablar bonito. 

No. Yo no coincido con ello. Para mí la oratoria es más allá que hablar bien. La oratoria representa leer siempre, observar tu entorno, ordenar ideas para traducirlas a un discurso de una manera clara, en donde la sintaxis viva letra a letra. Pero lo más importante, para mí la oratoria es mover emociones en quien nos oye. 

Pero para lograrlo primero debemos mover nuestras propias emociones. Solo quién vive lo que habla y quien vive lo que escucha puede entender nuestro discurso. Y por eso me enfoco en los niños y en los jóvenes. El niño te dice cuando algo no es cierto. Te desenmascara. Con toda tranquilidad te hace saber que lo que en su discurso se habla no es real. Y por ello mi deseo de apoyarlos. Porque ellos tienen la oportunidad de venir a darle un giro a este mundo. Y muchos niños y jóvenes ya lo están haciendo. 

A lo largo de estos últimos años he podido unirme al talento de mis alumnos y sus padres me han permitido orientarlos en los concursos de oratoria. Hoy te comparto con mucha satisfacción que muchos de mis alumnos han ganado campeonatos de oratoria en sus escuelas, otros los han ganado a nivel municipal, estatal y hasta a nivel internacional. 

Y te soy honesto. Vivo cada triunfo de ellos. Lo sufro y lo disfruto al máximo. Y todo eso se lo debo a la oratoria, disciplina a la que no pienso dejar.

7. Algún consejo a nuestros lectores. Más allá de un consejo, agradecerles a esos lectores el que hoy me permitan comunicarme con ellos. Siempre he sido un necio en que el primer punto para construir es la comunicación. 

Y hoy a través de esta publicación se da ese primer paso. Hoy con esta
entrevista y quizá mañana pueda comunicarme con ellos a través de mi página web www.luislunaleon.com en donde semana a semana escribo.

Hoy les comparto que la docencia es algo que me ha brindado la oportunidad de conocer la realidad que vive el estudiante. 

Y fuera de las aulas, ha sido la oratoria en donde he podido conocer la realidad de los niños y los jóvenes. Y puedo decirte convencido de que en las aulas y fuera de ellas existe un gran talento en los chiapanecos. Lo que nos corresponde a los adultos es darnos la oportunidad de descubrir esos talentos y apoyarlos al máximo. La disciplina o la habilidad no importan. Ya sea en el deporte, en la academia o en la oratoria pero impulsemos a esos niños y jóvenes que buscan salir adelante. 

Sólo aquel que ha tocado puertas incansablemente conoce el sentimiento que da el que alguien crea en ti y te de esa oportunidad que tanto necesitas. Sólo aquel que ha luchado sabe del valor del apoyo en vez del rechazo. Por ello impulsemos. Y considero que hay que hacerlo así, porque debemos darnos a nosotros mismos la oportunidad de poder apoyar a otros para que hagan historia. Es urgente. Lo necesitamos todos.


Hasta pronto y muchas gracias a Estilo Capital.