Hoy ha sido un día soleado en Tuxtla Gutiérrez. He visto
pasar los minutos postrado en esta cama, que aunque cómoda, ya me harta.
Por prescripción médica me encuentro en reposo. La
operación que me practicaron no fue sencilla y me pidieron que no hiciera
muchos esfuerzos y pues, aquí estoy, haciendo caso de las recomendaciones de mi
médico.
Mi celular no ha dejado de sonar. De la oficina me llaman
para dar seguimiento a temas por mi ausencia laboral. La oficina como el tiempo
no se detiene. Sigue su marcha.
Hoy recibí la llamada de mis dos primos hermanos. Alex y
Calín. La verdad, me sorprendió muchísimo el que me hayan llamado. Pero fue una
sorpresa grata, de esas que te alegran el día. Me llamaron por separado para
preguntar por mi salud y aprovechamos a ponernos al día en los temas de nuestras
vidas.
Desde niños siempre estuvimos cercanos. Más allá del
parentesco, a ellos me une un sentimiento especial. Quizá sea que oscilamos entre
un mismo rango de edad, quizá tenemos amigos en común, quizá sea que de niños
compartimos muchas travesuras en sus ranchos o quizá sea alguna otra cosa
especial. Y lo comento porque tengo otros primos hermanos con los que no existe
lo que con Alex y Calín hay.
Lo que sí sé es que les guardo mucho cariño y aunque hoy
el tiempo y nuestras actividades nos impiden reunirnos con la frecuencia que yo
quisiera, en mí existe un sentimiento de hermandad hacia ellos.
Pues bien, recibí las llamadas y el día volvió a quedar
en silencio. Si, en silencio. En absoluto silencio. El efecto del aire era lo único que yo
escuchaba. Árboles moviéndose, ventanas zumbando y ese fresco en la cara que te
hace sentir vivo cuando te toca.
Acostado, meditando. Así pasé gran parte de la mañana
hasta que la ansiedad se apoderó de mí. Una vez más, como cuando previo a mi
operación quería yo salir corriendo de esa sala de hospital.
Tomé el control remoto de la televisión y programé
Netflix. Y he de ser honesto. Llevo una
semana completa recorriendo el menú de ese portal. Y no puedo creer lo chafa y
aburridas que me resultan las producciones que ahí exponen.
Y más allá de las buenas series y los documentales que
manejan, sus películas tienen una producción de tres pesos. De muy baja calidad
y con historias por demás lerdas.
Cansado de ello. Me dispuse a ver la aplicación en mi
celular de algunos periódicos nacionales. Estamos en épocas de elecciones
políticas y pues, las noticias versan en lo mismo. Descalificaciones y más
descalificaciones. De propuestas políticas ni hablamos. Todo es denostar y
desprestigiar. Como si no fuera suficiente con la propia trayectoria de la
mayoría de los candidatos.
Pero bueno, aquí estoy, haciendo lo que me gusta hacer en
aquellas tardes, o mañanas o noches o momentos en donde me encuentro sólo con
mis adentros.
Agradeciendo que estoy en recuperación y no en un lecho
de muerte. Agradeciendo que me aguarda un trabajo que lamentablemente muchos no
tienen. Agradeciendo que recibo llamadas de mi familia y de amigos que me hacen
saber que no estoy solo. Agradeciendo que hay muchos a los que les importo.
Pero sobre todo, agradeciendo lo que ha regresado a mí, a
mi entorno, a mi propia vida, porque ha regresado eso que me mantiene feliz,
eso que le ha dado y le seguirá dando un giro a mi vida. Y estoy muy feliz por
ello. Lo necesitaba.
Y una vez que yo regrese a mi vida cotidiana, será un
nuevo comenzar, un nuevo renacer. Y es que una simple operación de vesícula
hizo que el tiempo se detuviera por un momento en mi vida, para que pasaran
tantas cosas que hoy me hacen ver la vida desde otra perspectiva. Ver, valorar
y agradecer todo.
Siempre me dije que este 2018 sería un año de muchos
cambios, de muchas transformaciones. Pero jamás creí que estaría de frente a
esos cambios tan pronto.
Admiro a esos que gustan de ver la vida pasar, sintiendo
el aire fresco en su rostro sintiéndose vivos. Pero lo que es yo, prefiero
estar vivo pero para vivir la vida en vez de sólo existir.
Así que me encuentro feliz por todo lo vivido. Sin
embargo hoy, en este momento, estoy muy aburrido.
Hasta la próxima.