Siempre he creído que la vida es aspiracional.
Anhelos, sueños y metas establecidas en lo profesional forman parte de nuestra
ruta. Y nos marcamos esas metas porque consideramos tener el conocimiento y la
experiencia para poder alcanzarlas y desempeñarlas con eficiencia y
transparencia.
Pero en la búsqueda de las aspiraciones, debemos
ser analíticos. No hay que defraudar. No practicar eso que muchos llamamos
ingratitud a quien te ha dado una oportunidad.
La vida misma nos va marcando la ruta a seguir. No
hay que desesperarse. Nada a la ligera. Nada con prisas.
Por tanto, vamos a seguir caminando. A seguir
construyendo. A continuar avanzando con lo que sabemos hacer.
Más adelante nos espera un destino, ese que
nosotros mismos podemos construir. Porque entre más firmes estén los cimientos,
lo que se construya será inquebrantable.
Al tiempo, todo al tiempo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario