Pues aquí estamos, fumando un cigarrillo con la añoranza del ayer y con
la esperanza del mañana. Y aunque la metáfora me ayuda para enviar un mensaje,
ese cigarro sabe más rico en mis historias que en mis labios. Ya no fumo.
Hoy me encuentro convencido. A punto de cerrar el teatro. Dispuesto a
bajar el telón. Se acabó lo que muchos llaman "el show", esos que dan
los payasos.
Quizá estoy así por no tener nada que hacer mientras acompaño a mi mamá
en el cuadro de neumonía que tiene y que llegó sin avisar. Tal y como llega y
como se va la vida.
Pero estamos de pie. A punto de quitarme el maquillaje. Los shows se
acabaron. No solo por cierre de año. Se acabó la temporada y era la
última.
Ya no me haré el comprensivo ante la vida para después hacerme el
ofendido y al final victimizarme como muchos imaginan. Se equivocan una vez
más.
Y escribiendo este texto, vino a mi mente un poema escrito por un
brasileño.
Y no, no es la pluma del gran Paulo Freyre, uno de mis íconos
literarios.
Tampoco es de Daniel Boaventura, ese brasileño que gusto escuchar sus
canciones y ver sus videos cuando decido vivir una bohemia algún fin de
semana.
No. El poema no es de ninguno de ellos.
En esta ocasión es del brasileño Mario de Andrade.
En él, está reflejado mi sentir. Exactamente el que habita en mi mente y
en mi corazón.
Por eso aquí lo comparto. Esperando que sirva de reflexión para todos
aquellos que, como yo, estén tomando decisiones de vida.
Y si lo que describe el poema, es algo que ya han conversado con alguien
más en algún momento de sus vidas, pues es momento de hacer que esa plática
valga la pena.
Aquí el poema...
"Golosinas"
Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en
adelante, que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces; los primeros
los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a
saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten
estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va
a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su
edad cronológica, no han crecido.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi
alma tiene prisa… Sin muchos dulces en el paquete…
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír de sus
errores. Que no se envanezca con sus triunfos. Que no se considere electa antes
de la hora. Que no huya de sus responsabilidades. Que defienda la dignidad
humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con toques
suaves en el alma.
Sí…, tengo prisa…, tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la
madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan… Estoy
seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con los que decidan estar
a mi lado y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo
tienes una.
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