septiembre 20, 2017

Hoy las redes tienen rostro de niño



Hoy no sé cómo empezar con este escrito. Me encuentro muy consternado. Adolorido. Triste.

Una vez más el 19 de septiembre. Una vez más un sismo en México. Una vez más 32 años después. Una vez más la tragedia. Una vez más todo se vino abajo.

Y no hablo de lo material. Hablo de los sueños de muchos padres de familia, hablo de estudiantes, de oficinistas, de obreros, de enfermeras, de médicos. Hablo de la vida de muchos, infinidad de seres humanos.

Pero también hablo de esos niños que, debajo de los escombros, fueron sepultados junto con sus ilusiones. De esas sonrisas que jamás volverán a escucharse en esa casa que sólo quedó plasmada en una vieja fotografía, ya que hoy ni la casa existe. Se derrumbó.

Hoy las redes sociales tienen rostro de niño. Recorro la línea de tiempo de cualquier red social y veo con profunda tristeza esas miradas, esos brazos que jamás se volverán a enlazar con sus padres, veo los rostros de todos los niños que están desaparecidos.

Leo las letras, los mensajes de esos padres de familia que desesperados claman alguna información para encontrar a sus hijos. Y no puedo negarlo. Sufro con ellos. Me siento impotente. Soy papá de dos niños. Logro imaginar lo que hoy existe en el corazón de cada uno de esos padres que han perdido a sus hijos.

Pero también pienso en aquellos padres que no tienen una red social para publicar la foto de sus hijos perdidos debajo de los ladrillos y el cemento de esas viviendas que se vinieron abajo por el sismo.

Logro imaginar lo que esa madre de familia siente por no encontrar a su hijo y a su madre que dejó en casa mientras ella fue a trabajar. Logro dimensionar el dolor y la angustia de todos aquellos que no encuentran a sus hermanos, a sus padres, a sus sobrinos y hasta a sus amistades.

Hoy el país está unido. Unos poniendo sus manos, su entrega y su tiempo en la búsqueda de esos mexicanos atrapados entre los fierros, el cemento y la tierra de los edificios caídos. Otros, enviando ayuda, aportando, haciendo donativos, sumando a lo lejos. Unos más elevando plegarias y oraciones para que los desaparecidos los encuentren con vida. Otro grupo proporcionando información. Todos en torno a una tragedia, todos con el objetivo ubicado: ayudar.

Hoy las redes tienen rostro de niño. Y nunca antes en mi vida me había dolido tanto ver tantas sonrisas, tantas miradas en aquellos rostros infantiles desaparecidos. Me duele muchísimo.

Y no sé a quién culpar. No sé si culpar a la naturaleza, no sé si culpar a los que construyeron esos edificios escolares con material barato. No sé si culpar al tiempo por hacer de los edificios unos esqueletos débiles. No sé si culparme a mí por querer buscar culpables en donde no lo hay. Lo único que sí sé es que este 19 de septiembre, como el 19 de septiembre de 1985, me dolerá por siempre.


Que Dios bendiga a cada familia.

septiembre 19, 2017

Dando respuesta



Hace poco tiempo me preguntaron si para escribir mis remedos de historias me basaba en alguien en especial.

Aquí dejo este texto que describe perfectamente mi respuesta. 

A la manera de Murakami. 


3er. maratón estudiantil de Derechos Humanos




Participar con jóvenes es algo que siempre me enriquece.

Recibir ese comentario directo y franco es algo que se requiere para conocer la realidad que la juventud en Chiapas vive día a día en su andar académico.

Muy grato fue para mí el participar en el 3er maratón estudiantil de Derechos Humanos organizado por la Universidad del Sur en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, aquí en Chiapas.

Dicho evento, el cual estuvo bajo la dirección del Dr. Alfonso Martínez Lazcano, permitió la participación de los estudiantes del derecho de ese centro de estudios, quienes a través de la integración de grupos de estudio pudieron defender su tesis y exponer su antítesis del rival.

Una fiesta académica que permitió conocer la manera en la que los jóvenes hacen uso de la voz. Y fue precisamente ese tema el que motivó mi presencia en el evento, ya que pude exponer la importancia de la preparación académica y la relevancia de la oratoria en este nuevo sistema de justicia denominado juicios orales.










Todo cambia cuando todo sigue igual




Él estaba sentado. Recordando, añorando.

Mil escenas estaban en su mente. La memoria es mágica y es muy exacta. Todo registra. No olvida nada.

A su mente llegó aquél momento en la carretera, viajando en un día nublado. Tomados de la mano, con unas cervezas y a mitad de la noche, desafiando al frío, a la policía de caminos y al mismo tiempo desafiando al mismo destino.

Escuchando una melodía, o quizá dos o quizá tres, aquellas que cuando las vuelvan a escuchar los hará recordar esos momentos vividos.

De pronto otra escena llegó. Eran esas tardes que alrededor de una mesa, comían y bebían. Riendo, conversando en esas pláticas interminables.

Se juraban amor. Se decían los enamorados perfectos. Siempre tomados de la mano. Esa era la línea de aquella relación que inició en un octubre cualquiera.

Pero la vida es muy caprichosa. Se empecina en demostrarle al mundo que nada es como lo imaginan. Que todo va en sentido contrario a la imaginación y a los deseos más profundos. 

Soy de la idea que siempre la realidad supera a los sueños. Es más, la realidad siempre le quiebra el esquema a los sueños.

En la mente de él estaban las veces que presuroso buscaba brindar ayuda a ella. Fueron muchos los momentos en los que siempre estuvo, ahí, en las etapas más difíciles de ella.

Él corrió mil veces. Aunque en honor de la verdad, no fueron tantas, quizá más de veinte veces. Menos de cien. Pero fueron muchas las que estuvo al lado de ella.

Desde lo mecánico de su coche, pasando por las groserías recibidas de ella cuándo insistía en llevarla al médico, hasta las veces que tenía que adivinar si estaba de buen humor para poder enviarle un mensaje de texto a ella.

Pero no importaba. Siempre al lado de ella. La amaba y por ello no importase nada. Desde lo que él le perdono, hasta las veces que ella insistía en conservar sus recuerdos en fotografías, esos recuerdos con personas que ella misma decía que le hicieron daño en el ayer.

Y todo lo superó. Lo único que quería es estar ahí, a su lado; siempre presente buscando solucionar, remediar. Más allá de lo económico, él buscaba hacerla sentir eso que los poetas llaman amor.

Le lloró. Le suplicó. Le rogó. Le gritó desesperado cada uno de sus sentimientos en esas noches frías por las calles de aquella ciudad colonial sin que ella voltease a verle. Siempre recibió lo que ella quiso darle.

“Deja que la vida te sorprenda”. Esta es una frase que él leyó hace muchos años. Y a manera de broma siempre decía que la vida siempre le sorprendería.

Nunca se imaginó que su broma se convertiría en una gran verdad porque en una mañana cualquiera, ella se fue, se esfumó. Así, sin más.

Ella dejó muy claro que nada la obligaría a estar al lado de ese hombre que muchas veces dio todo por hacerla feliz, amada, respetada. Por hacerla sentir que a él ella le importaba.

No hubo eso que llaman despedida. Tampoco hubo un adiós. Ni un hasta luego. Es más, ni un hasta pronto. Sólo un mensaje deseando lo mejor y después partió.

Fue algo muy sencillo para ella. Borró de su celular el nombre de “su pecoso” y con eso borró cada recuerdo. Borró cada escena, cada “te amo”, cada “eres mi todo” que de sus labios salía en aquellas tardes que juntos disfrutaban.

Cada letra se fue con la misma intensidad con la que fue escrita. 

Y no hubo nada que la detuviera. Borró sin despedirse. Se fue sin decir adiós.

Abandonar a alguien cuando más necesita del apoyo es algo que no se le desea a nadie.

Abandonar en momentos cruciales no es sinónimo de amor, de apoyo. Abandonar es algo deleznable.  Y eso hizo ella.

Ella se fue como llegó. De pronto y sin avisar.

La vida es un completo aprendizaje. Somos alumnos de la vida misma. Y en cada lección a veces hay alegría pero también puede haber dolor. 

Pero la vida sigue su ruta. No se detendrá.

Los esquites seguirán estando en el mismo lugar. El camarón en pulpa en aguachile seguirá en el mismo plato. Las papas a la francesa serán bañadas por la misma catsup. Los frapuchinos seguirán fríos, los micheclamatos seguirán escarchados en el vaso, los capuchinos calientes serán soplados con las mejillas infladas para mitigar su calor, las jarras de vino con manzana seguirán haciendo reír a quien las beba;  las pizzas serán servidas con las mismas salsas, netflix seguirá con nuevas películas, los perfumes tendrán nuevos aromas, los relojes seguirán con nuevos modelos, el calzado seguirá con nuevos estilos, los cumpleaños se seguirán celebrando, el ginecólogo seguirá dando consulta, la ciudad de México seguirá siendo un lugar hermoso para visitar, las cremas de mezcal seguirán mareando, la señora del pedicure seguirá pintando uñas, San Cristóbal de las Casas seguirá teniendo su clima frío, la señora de los masajes seguirá tardando una hora por sesión, las camionetas seguirán teniendo bluetooth para programar una canción de Olga Tañón, banda MS o cualquier canción de Ana Gabriel o de María José desde el celular;  el “medio costillar” seguirán sirviéndolo, los ramos de flores seguirán enviándolos en un día cualquiera; los dijes y los aretes seguirán siendo de oro, los anillos serán entregados como muestra de amor y seguirán perdiéndolos como muestra de que nada importó; el vigilante seguirá dejando pasar al estacionamiento en una tarde lluviosa y unos tacos seguirán siendo el soborno perfecto para que el policía siga permitiendo el acceso a donde sólo se entra con un tarjetón, el despertar por las mañanas seguirá siendo hermoso y las pijamas seguirán siendo nuevas. Es más, ella seguirá riendo.

Lo único que cambia es la persona con la que decides vivir todo lo que la vida te da cuando todo siga igual.

Por ello, que la vida siga. Que la rueda siga rodando.

Dios acomoda a las cosas en el lugar que le corresponde. A cada quien le da el espacio que se merece.

Hoy nadie culpa a nadie. Que él y ella sigan siendo lo que son. Dos seres humanos que saben amar a su estilo, a su forma. Aunque esas formas no sean de la misma manera.

Pero cuando el tiempo pase, cada quien ocupará el lugar que desea tener. Sólo hasta entonces, cuando el tiempo transcurra,  se logrará saber quien tuvo la razón. Si fue “él” con su manera entregada y cursi de amar; o ella, que amó a su estilo. Y no hay medicinas para el amor. El naproxeno no cura el dolor en el corazón.


Cuentan que él siguió en búsqueda de la felicidad. Siendo el mismo de siempre, entregado y cursi para amar. Total, aquí o allá, ya sea sólo o acompañado, el siempre será igual. Dando y dando aunque le correspondan mal.

Sólo me queda una reflexión. 

Muchos dicen que los seres humanos aman con los sentimientos que llevan dentro.

Que nadie da lo que no tiene. Que nadie entrega lo que no existe dentro de su corazón. Y por eso hoy queda la duda.

¿Porqué si ella decía amarlo ... decidió alejarse e irse así, sin más?

Y como todos estamos condenados a los silencios, y como nadie asumirá su responsabilidad y como nadie está obligado a decir lo que lleva dentro, sólo me resta decir que la respuesta vendrá al tiempo, sólo al tiempo.





septiembre 07, 2017

Conferencia en la Universidad Valle del Grijalva



Tuve la oportunidad de estar en las aulas de una Universidad en la ciudad de Tuxtla Gutiperrez, Chiapas.

El auditorio estuvo ocupado por sus alumnos de maestría. Todos a la expectativa sobre el tema a impartir. Y es que hablar del liderazgo personal para la competitividad profesional es algo complicado.

Es reconocer que existen áreas que no hemos explotado en lo personal y que son muy necesarias para proyectarnos en el ámbito profesional.

Durante una casi noventa minutos pude compartir con esos alumnos ávidos de respuestas. Y a cada una de ellas acudí presuroso con mi opinión.

Desde aquí hago expreso mi agradecimiento a la Universidad Valle del Grijalva campus Tuxtla por haberme invitado a impartir la conferencia "Liderazgo personal para la competitividad profesional".


A todos, que sigan sus éxitos.




Te busqué



Si, te busqué.

En cada rincón de la casa aquella en la que viví de niño; en los mensajes enviados; en las viejas libretas de apuntes; en el mirador del parque aquél; en las cartas de hojas amarillentas por el tiempo; en las siglas escritas que hoy ya están roídas por las ratas del olvido.

Pregunté como un desesperado. Deseoso de encontrarte hasta cansarme. Buscando solo un rastro tuyo o encontrar la esencia de tus días.

Revisé en mi memoria, exprimiendo mis ojos con la misma fuerza con la que me decías que era tu todo o cuando me decías que eras parte de mi vida.

Pero en ningún lugar encontré los trazos de tu nombre ni las huellas de tus mejillas. Por más que me encapriché por encontrar un sello tuyo, un tatuaje formado con la tinta de tus actos, no lo logré.

No encontré tus palabras de aliento, tus manos de apoyo y mucho menos tu hombro como refugio en ese momento que tanto te necesitaba pero siempre te busqué.


Y esto lo sé porque al no encontrarte, me doy cuenta que nunca estuviste. Que amé a una ausencia de labios lindos y de sonrisa tierna. Que amé a un ser que siempre tenia pretextos para no estar a mi lado y que amé a sabiendas que mi amor fue una simple gota de rocío regada en las piedras de un corazón árido, duro y frío.

Te busqué y no te encontré. Y lamento que no lo reconozcas. Lamento que en tu realidad seas tú la parte ofendida, sin darte cuenta que el amor no sólo es risas y alegría. Ojalá algún día comprendas que amar significa entrega, apoyo, eso que siempre recibiste de mi aún en los peores momentos de mi vida.

Pero lo más importante, ojalá que algún día comprendas que que cuando se ama nunca se abandona al ser amado.


Quizá por eso te busqué y no te encontré. Y quiero que sepas que no fue por mi búsqueda.


No te encontré sencillamente porque nunca te decidiste dejar tu huella, mucho menos a dejar como rastros la tierra sumida por tus hermosos pies en ese camino que, en mi fantasía, a tu lado y de tu mano recorrí como el niño va sonriendo al encuentro de su propia alegría.





septiembre 05, 2017

El diablo no llegó






Disfruto mucho leer. Es algo que me permite conocer dimensiones desconocidas. La mente siempre tiene caminos insospechados y leer lo que otros escriben me permite conocer lo que en ellos existe. Y me he llevado muy enriquecedoras sorpresas.

Hace pocos días estuve inmerso en una crisis de salud de mi padre. Y mientras aguardaba el diagnóstico médico me dispuse a leer un libro. Sin dudar, tomé un libro que un gran amigo que radica en la ciudad de México tuvo a bien obsequiarme.

Grata fue mi sorpresa descubrir que el libro “El diablo no llegó” y otros relatos, estaba escrito por César Garizurieta, hombre de la vida pública en México en los años cincuentas. Abogado, Embajador de México en Haití, Magistrado en el Poder Judicial dentro de otros cargos más es lo que caracteriza a Garizurieta en su trayectoria profesional. 

Sin embargo, lo que lo mantiene vivo en los pasillos de cualquier oficina gubernamental es que aquella famosa frase de su autoría “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, propia de la sorna mexicana y del coloquio de los mexicanos.

Con estos antecedentes, me dispuse a leer el libro de corte infantil.

De la pluma del también denominado en el mundo literario como “el tlacuache”, me vi envuelto en las letras de cuentos como “el diablo no llegó”, “un agujero en el zapato” y “el apóstol del ocio” que si bien es cierto fueron escritos en la década de los cincuenta, su lectura es por demás actual.

El escritor mexicano hizo con el personaje de “el diablo”, una suculenta historia en donde la inocencia de los niños protagonistas de la historia se entremezcla con esos mitos y leyendas que existen en cada rincón de nuestro país.

Un libro de ágil lectura que invita a leerlo en una tarde cualquiera, ya sea en una mañana fresca en los bosques de mi bello San Cristóbal de las Casas, aquí en Chiapas; o bien, como lo hice yo, en una tarde nublada, mientras estaba a la espera de los resultados de una operación de amputación de la pierna derecha de mi padre a causa de la diabetes, que me dio el tiempo perfecto para leerlo en los pasillos de una institución de seguridad social de una ciudad cualquiera.

Pero lo más curioso de mi lectura fue que, tal y como sucedió en el cuento “el diablo no llegó”, en la operación de mi padre el diablo tampoco llegó y hoy se encuentra en completa recuperación haciendo de su lectura la mejor de las anécdotas.