Por : Luis Alberto Luna León
En la imagen va mi pensar con respecto a las Conmemoraciones que por la muerte de Belisario Domínguez Palencia se hace en muchas partes de México.
Hoy les comparto el discurso que pronunciara ante el Senado de la República el 22 de septiembre de 1913. Seguro estoy que muchos de los políticos que le recuerdan en ceremonias y ofrendas florales, nunca lo han leído. Que tristeza.
DISCURSO DEL SENADOR BELISARIO DOMINGUEZ
EN EL SENADO DE LA REPUBLICA
EN EL SENADO DE LA REPUBLICA
Septiembre 23, 1913
Señores senadores:
Todos vosotros
habéis leído con profundo interés el informe presentado por don Victoriano
Huerta ante el Congreso de la Unión el 16 del presente. Indudablemente, señores
senadores, que lo mismo que a mí, os ha llenado de indignación el cúmulo de
falsedades que encierra ese documento. ¿ A quién se pretende engañar, señores?
¿Al Congreso de la Unión?
No, señores. Todos
sus miembros son personas ilustradas que se ocupan de política; que están al
corriente de los sucesos del país y que no pueden ser engañadas sobre el
particular.
¿Se pretende
engañar a la Nación Mexicana, a esta noble patria que confiando en nuestra
honradez ha puesto en nuestras manos sus más caros intereses? ¿Qué debe hacer
en este caso la Representación Nacional? Corresponder a la confianza con que la
Patria la ha honrado; decir la verdad y no dejarla caer en el abismo que se
abre a sus pies.
La verdad es ésta:
durante el gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se ha hecho nada
en la pacificación del país, sino que la situación actual de la República es
infinitamente peor que antes.
La Revolución se ha
extendido casi en todos los Estados y muchas naciones, antes buenas amigas de
México, rehúsanse a reconocer a su gobierno, por ilegal; nuestra moneda
encuéntrase depreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa
entera de la República amordazada o cobardemente vendida al gobierno y
ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos
arrasados y por último, el hambre y la miseria en todas sus formas amenazan
extenderse en toda la superficie de nuestra infortunada Patria.
¿A qué se debe tan
triste situación? Primero y antes que todo, a que el pueblo mexicano no puede
resignarse a tener como Presidente a don Victoriano Huerta; al soldado que se
apoderó del Poder por medio de la traición y cuyo primer acto al subir a la
Presidencia fue asesinar cobardemente al Presidente y al Vicepresidente
legalmente ungidos por el voto popular, habiendo sido el primero de éstos,
quien colmó de ascensos, honores y distinciones a don Victoriano Huerta
habiendo sido él igualmente, a quien don Victoriano Huerta juró públicamente
lealtad y fidelidad inquebrantables.
Y, segundo, se debe
esta triste situación a los medios que se han propuesto emplear para conseguir
la pacificación. Estos medios ya sabéis cuáles han sido: únicamente muerte y
exterminio para todos los hombres, familias y pueblos que no simpatizan con su
gobierno.
La paz se hará
cueste lo que cueste, ha dicho don Victoriano Huerta. ¿Habéis profundizado,
señores, lo que significan estas palabras en el criterio egoísta y feroz de don
Victoriano Huerta? Estas palabras significan que don Victoriano Huerta está
dispuesto a derramar toda la sangre mexicana, a cubrir de cadáveres todo el
territorio nacional, a convertir en una inmensa ruina toda la extensión de
nuestra Patria, con tal de que no abandone la Presidencia, ni se derrame una
sola gota de su propia sangre.
En su loco afán de
conservar la Presidencia, don Victoriano está cometiendo otra infamia: está
provocando con los Estados Unidos de América un conflicto internacional, en el
que, si llegara a resolverse por las armas, irían a dar y encontraría muerte
los mexicanos sobrevivientes, menos don Victoriano Huerta y don Aureliano
Blanquet, porque esos desgraciados están manchados por el estigma de la
traición y el pueblo y el Ejército los repudiarían llegado el caso.
Esa es en resumen
la realidad; para los espíritus débiles parece que nuestra ruina es inevitable,
porque don Victoriano Huerta se ha adueñado tanto del Poder, que para asegurar
el triunfo de su candidatura a la Presidencia de la República, en la parodia de
elecciones anunciadas para el 26 de octubre próximo, no ha vacilado en violar
la soberanía de la mayor parte de los Estados, quitando a los gobernadores constitucionales
e imponiendo gobernadores militares que se encargarán de burlar a los pueblos
por medio de las fuerzas ridículas y criminales.
Sin embargo,
señores, un supremo esfuerzo para salvarlo todo, cumpliendo con su deber, la
Representación Nacional, y la Patria estará salvada y volverá a florecer más
grande y más hermosa que nunca.
La Representación
Nacional debe deponer de la Presidencia a don Victoriano Huerta, por ser él
contra quien protestan con mucha razón todos nuestros hermanos levantados en
armas, y de consiguiente, por ser él quien no puede llevar a efecto la
pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos.
Me diréis, señores,
que la tentativa es peligrosa, porque don Victoriano Huerta es sólo un soldado
sanguinario y feroz que asesina sin vacilación y sin escrúpulo a todo aquel que
le sirve de obstáculo.
¡No importa!,
señores, la Patria os exige cumplir con vuestro deber aun con el peligro y aun
con la seguridad de perder la existencia.
BELISARIO DOMINGUEZ
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Hasta aquí el
discurso pronunciado en contra del gobierno de Victoriano Huerta.
La noche del 07 de octubre fue sacado de su habitación en el hotel y conducido al
cementerio de Xoco, en Coyoacán,
en donde se le martirizó y asesinó cruelmente. Sus verdugos, Gilberto
Márquez, Alberto Quiroz, José Hernández Ramírez y Gabriel Huerta, sepultaron el
cadáver.
El doctor
Aureliano Urrutia, enemigo profesional de Belisario Domínguez, le cortó la
lengua (en un quirófano y después lo mataron) y se la envió como un
"trofeo" a su amigo Victoriano
Huerta.
Después de
varias pesquisas de los senadores, de los parientes y de los amigos del doctor,
se descubrió la verdad de los hechos. Su asesinato fue un factor decisivo en la
caída del régimen de Victoriano Huerta, quien a los pocos días disolvió el
Congreso y encarceló a 90 diputados.
¡Libres por la palabra Libre!
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