Luis Luna León miércoles, julio 12, 2023 0 comments Los superhéroes nunca mueren Home » Unlabelled » Los superhéroes nunca mueren Tuve la oportunidad de verlo a la distancia. Caminaba erguido. Sonriendo. Siempre con la seguridad que poseen los superhéroes en las historietas de los comics. Y es que en su sola mirada irradiaba orgullo. Para él, saberse poderoso, protector, atento e incluso valiente era algo que lo hacía sentir único, especial. Siempre a la espera de ser llamado por los niños de esa casa para resolverles una situación cualquiera. Pero de pronto, todo acabó. Era una noche cualquiera para todos. Pero para él, no fue así. Esa noche fue la más triste. Recorrió cada espacio buscando a alguien que le diera vida. Un superhéroe necesita ser llamado por alguien para que entre en acción y él lo requería. Con la angustia en el rostro, fue a cada habitación. Pasó por la cocina, por la cochera. Incluso se asomó a los baños y fue al lugar en donde solían jugar con la pequeña cachorra en la parte trasera de la casa. Pero no había nadie. Todo era silencio. Se dio cuenta que, de pronto, se volvió invisible. Ya nadie lo observaba y mucho menos le llamaba para que fuera en su auxilio. Por ello, al percatarse de que sus poderes ya no eran necesarios, decidió tomar una maleta y la colocó en medio de la sala. Con sus manos, recorrió el cierre para abrirla de par en par. Había que tomar la más difícil de las decisiones que todo superhéroe hace cuando ya no hay a quien salvar. En esa maleta guardó la plastilina con la que alguna vez les hizo una maqueta. También tomó el engrudo, los globos y el papel periódico con el que alguna vez hiciera un dinosaurio para que lo llevaran como un trabajo escolar. Buscó los tenis con los que muchas veces fue al parque de la colonia en la que vivían y en donde él iba atento para protegerlos por si alguien intentaba hacerles algo. También guardó el silicón, los muñecos y la pintura con la que infinidad de veces les ayudó para alguna tarea de la escuela. Es más, guardó los gestos y las muecas que hacía con esos niños mientras se tomaban una fotografía. Ni que decir de todas las bolsas de ánimo que él les daba a esos niños cuando intentaban subir a una pared para escalarla en alguna fiesta infantil o cuando les hacía saber que, con sólo ponerse una máscara, tendrían poderes más grandes de los que él poseía. Y sí, lo reconozco. Había mucha tristeza en su rostro. Ya no usaría más la fuerza para levantar a esos niños con sus bracitos a los lados y moverlos por los aires simulando ser el más hermoso de los avioncitos. Aquellas idas a la playa con esos niños para conocer el mar y el enterrarlos en la arena habían quedado atrás. Los recuerdos de cuando le enseñó a ese hermoso niño a manejar un triciclo en ese parque recreativo también los guardará. Los brincos que daban en los sillones del juego de sala de esa casa mientras escuchaban canciones ya no se repetiría jamás y el silloncito aquel que se hacía cama y que muchas veces sirvió para que uno de esos niños se durmiera después de una comida cualquiera ya no se usaría más. No cabe duda. La vida de superhéroe brinda muchas satisfacciones y alegrías. Te da la oportunidad de estar presente en la vida de esos niños para hacerlos felices. Seguros de sí. Sintiéndose amados, respetados y protegidos. Pero también, tiene un lado triste, una dura verdad: los superhéroes sólo existen cuando hay un niño a su lado. Por eso, en esa maleta decidió meter todo para guardarla en lugar de esa casa. A la espera de que el tiempo transcurra. Mientras tanto, él seguirá con su vida. Viviendo sin que nadie sepa que él era ese superhéroe que les hizo reír tantas veces. Sin que nadie sepa que muchas ocasiones lloró en silencio cuando los veía enfermarse y que le rezaba a dios para que pudieran curarse. Y así seguirá, viviendo de incógnito como todo superhéroe, a la espera de que pronto esa maleta pueda ser nuevamente usada. Pero a diferencia de la señal que Batman recibía a través de una luz en el cielo, a él sólo le bastará saber que en esa casa nuevamente llegarán los niños y con ello, poder escuchar una mágica palabra que hará que todo lo contenido en la maleta pueda ser vuelto a usar. Él sólo deberá escuchar... “¿jugamos, abuelo ?” Share This To : Facebook Twitter Google+ StumbleUpon Digg Delicious LinkedIn Reddit Technorati
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