Luis Luna León jueves, enero 14, 2021 0 comments alma dolor gracias ho'oponopono liberación lo siento luis luna leon luislunaleon mantra odio perdón reconciliación rencores te amo Liberándonos del ayer Home » alma » dolor » gracias » ho'oponopono » liberación » lo siento » luis luna leon » luislunaleon » mantra » odio » perdón » reconciliación » rencores » te amo » Liberándonos del ayer Varias veces he comentado sobre los libros que leo. Me gusta compartir a manera de ensayo las obras que me “enganchan” como lector. Sin embargo, en esta ocasión no haré lo mismo. Únicamente me limitaré a escribir sobre un libro que llegó a mis manos por obra de la “causalidad”. Si, causalidad. Y esto lo cito porque ayer estuve en una conversación que me dejó muy consternado. Una persona culpaba a otras de la mala experiencia de vida que tuvo. De lo diferente que “hubiera sido” su vida si todos “hubieran sido” diferentes con ella. En la conversación escuché a esa persona culpar a todos en su familia. Repartió culpas para cada integrante de su familia. Desde la madre, el padre, su hermana y hermano. A todos por igual. Cada uno, en diferentes etapas de su vida, hizo algo en contra de esa persona. A sus hermanos los culpó de actos realizados siendo niños. Una desmedida sobre protección para con ella también en la adolescencia que le impidió sentirse libre y no oprimida. Para su madre, el juicio fue implacable. El reproche fue por la falta de atención que la madre tuvo con ella. Y de su padre ni hablamos. Toda la responsabilidad de su actuar en la vida fue por lo que él le hizo vivir. Era su ídolo. Y con el paso del tiempo él le falló. Se dio cuenta que era un ídolo de barro. Y esto le generó sentimientos. Frustración, coraje, decepción, desconfianza, odio. Todo, absolutamente todo nace y muere con él. Todos en su familia hicieron algo. Todos le generaron “circunstancias” –como ella le llamó- que la obligaron a tomar decisiones, mismas que hoy la llevaron a vivir malos momentos. “Si todos hubieran sido diferentes, mi vida hubiera sido diferente” fue el apotegma que sembró en la mesa en medio de las tazas de café que nos acompañaban. Ah, y de mi té helado de manzanilla. Y el comentario que aquí vierto no lo hago para formar o instituir “el tribunal de la justicia”. Ni mis letras buscan saber quien tiene la razón. Yo solo cito lo que en esa mesa pasó. Y aquí hago expreso mi respeto para cada palabra pronunciada por esa persona. Cada argumento citado. Cada “circunstancia” señalada por ella. Muchas cicatrices observadas. Muchas heridas no sanadas. Recuerdos que duelen. Viejos moretones en el alma. Esos que no sanan. Eso observé en los gestos. Eso vi en su mirada. Eso escuché en sus palabras. Y los que gustamos de escribir, debemos de ser imparciales cuando no conocemos a fondo los detalles. Pero en donde si podemos ser objetivos es en lo que conocemos. Y es por eso que hoy quiero comentar sobre el libro Hoʻoponopono. Nombre de origen hawaiano asignado al arte para la solución de problemas apoyado en la reconciliación y el perdón. Y no cabe duda. Cuánta razón tiene la escritora nigeriana Chimamanda Adichie cuando nos habla del peligro de tener una sola historia de una misma realidad. Creo que los seres humanos, todos, absolutamente todos tenemos solo una versión de los hechos, de “eso” que nos tocó vivir. Y nos quedamos con “eso” tan arraigado en nosotros que lo damos como una realidad absoluta sin permitir una versión diferente a la nuestra. Y la defendemos a muerte. No importa lo que nos justifiquen. No importa lo que nos ofrezcan como hechos. Nosotros no lo aceptamos. Y es porque nuestra realidad -la que vivimos- esa nadie la ha vivido. Está en nuestra mente y en nuestro corazón. Y de ahí nos aferramos. Pero hay que ser honestos. Para poder aceptar otras historias de una misma realidad, tiene uno que estar impregnado de reconciliación y del perdón. Si esto no existe, simplemente estaremos condenados a seguir tomando las mismas decisiones, ya que en nuestra mente estarán las mismas circunstancias, esas que nos dominaron en el ayer a decidir lo que hoy nos hizo daño. ¿Las culpas? Esas las cargamos todos. Pero la reconciliación y el perdón solo unos cuantos. Y de eso habla el libro Hoʻoponopono. De lo perfecta que es la mente pero no así lo que nosotros ponemos en ella. Desprendernos de los yerros que traemos cargando por años. De limpiar nuestra mente de lo viejo para poder llenar con lo nuevo. Porque aquel que camina sin reconciliarse consigo mismo está condenado a caminar a rastras. Y así el camino es más difícil. Y es que el ser humano debe de elegir tomar sus decisiones basándose en sus “circunstancias” o tomar sus decisiones basándose en la inspiración y la motivación que le da el vivir un nuevo día, libres y sin ataduras al pasado. Yo hago votos para que al igual que llegó el libro Ho’oponopono a mis manos, este escrito llegue a quien motivó estas letras. Para que la reconciliación llegue a su vida. Y no hablo de reconciliarse con aquellos que le dañaron en el pasado. Hablo de la reconciliación consigo mismo. Para que de esta manera, el mantra que el libro señala “Lo siento mucho. Por favor, perdóname. Te amo. Gracias” lleguen a su corazón y con ellas camine por la vida, esa vida que Dios le ha dado para ser feliz. Y si el libro o el presente escrito no llegan a sus manos, ojalá que Dios, en esas pláticas que estoy seguro que esa persona tiene con él, le abrace tiernamente y le pueda susurrar al oído que el perdón nos hace libres y felices. Libres de ataduras con el ayer para ser felices en el mañana. Pero para cambiar nuestra realidad necesitaríamos primero cambiarnos a nosotros mismos. Share This To : Facebook Twitter Google+ StumbleUpon Digg Delicious LinkedIn Reddit Technorati
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