Observar a los seres humanos es una experiencia enriquecedora.
Poseen tantos colores que uno se deja llevar por su apariencia.
Poseen tantos colores que uno se deja llevar por su apariencia.
Muchos la trabajan a tal
grado que hasta son agradables a simple vista. “Caen bien” dirían algunos.
Trabajar en la imagen personal para muchos no representa mayor problema. Se visten y se calzan como ejecutivos y hay muchos que les compran la idea.
Sin embargo, muchos de esos "ejecutivos" bien vestidos no siempre construyen, ya que se esconden tras el escritorio, se encierran y evitan tomar decisiones.
Pero la EMPRESA es una combinación perfecta. Se conjugan aquellos que visten bien pero que actuan mal con aquellos que siempre dan la cara por la organización.
Y cuando se relacionan unos con otros inician los problemas. Y resulta complicado
analizarlos. La mezcla de elementos humanos se convierte en un coctel turbio
pero de elegante fachada. A la vista encanta, pero cuando se lleva a los
labios, amarga el paladar.
Y es que todo aquel lugar en donde se encuentren seres humanos es algo
complejo. Y en las empresas es mucho peor, porque cobran vida los intereses,
los objetivos ocultos, las pretensiones y hasta las ambiciones de los
trabajadores. Desde el directivo hasta el de intendencia. Cada quien busca su
cada cual.
A diferencia de los demás recursos organizacionales, el recurso humano es
el que más complicado resulta administrarlo, dado que es el único que se
inconforma, hace paros, pide permisos, comete errores y lo más grave…influye en
los demás.
Para cualquier directivo, el manejar al recurso humano es algo que resulta muy difícil de sortear, debido a que las organizaciones presentan siempre una organización formal traducida en un organigrama.
Pero en donde se encuentran con las piedras de tope, con las piedras que
generan incomodidades es en la organización informal, ya que no está reglamentada y se
encuentra fuera de la normatividad.
La empatía, las coincidencias en gustos o preferencias son las principales
causas para conformar a los grupos informales. Desde aquellos trabajadores de
diferentes áreas que se reúnen para ir a comer o a cenar y hasta aquellos
empleados que aún y a pesar de pertenecer a diferentes unidades laborales,
forman el equipo de futbol de la empresa.Todos conviven sin importar su área de adscripción.
Y haciendo un comentario más profundo, las organizaciones informales no son
malas o negativas para la empresa. Ha quedado demostrado que el acercamiento
entre el recurso humano más allá de los procesos de las empresas han logrado
elevar la productividad de la misma.
Carlos Kasuga, Director de Yakult en México, lo ha dejado muy claro en las
diferentes conferencias que ha dictado no solo en el país sino en el resto del
mundo al decir que su empresa logró rebasar sus objetivos planteados impulsando
esquemas de motivación en el personal.
Sin embargo, en esto de la motivación no todo es color rosa, porque también ha quedado demostrado que muchos seres humanos pueden viciar a su propio entorno. Es decir, “malear” a aquellos que los rodean. Y la Teoría de las masas da muestra de ello cuando señala que los seres humanos reaccionamos de manera diferente cuando estamos solos que cuando nos agrupamos.
Y es aquí en donde puede observarse “algo” que en las empresas debe de
tomarse como un factor importante. Y hablamos de la actitud.
Si, así de sencillo, la actitud de un ser humano en el desempeño de su organización.
Vaso medio lleno o medio vacío. Una práctica que en Sicología es utilizada
para identificar la forma que varias personas observan un mismo escenario.
Problema o reto. Triunfador o perdedor. Valioso o inservible. Así debe de ser valorado al ser humano.
Para muchos resultará muy radical el comentario. Pero considero que un alcohólico solo puede sanar cuando reconozca que padece una enfermedad.
Sucede lo mismo en las empresas. Hay que tomar acciones para erradicar las malas actitudes. Pero antes, hay que identificarlo y aceptarlo.
Pero, ¿de qué estamos hablando?
De la manera en la que la actitud es empleada por el recurso humano en su desempeño laboral.
Y en muchas organizaciones, lamentablemente la mala actitud puede considerarse un virus. Es dañino. Lacera. Golpea a la organización. La destruye poco a poco ya que produce malestar en el recurso humano, incrementa ausentismo y baja de su productividad, entre otras cosas.
Y esto trae consecuencias, haciendo que el ambiente laboral se convierta en
una tortura y que no consigamos cumplir con nuestros objetivos, ni disfrutar la
realización del mismo.
Por ello, todas las organizaciones deben de realizar un buen diagnostico organizacional con un enfoque en el empleado, siendo por demás cuidadosos y saber reconocer los síntomas que pueden presentar las personas afectadas.
Hay muchas manifestaciones que pueden encontrarse en este diagnóstico.
El empleado alterado, el perfeccionista, el resistente, el evasivo, el que
inicia rumores, el No comprometido y el Pesimista son solo algunos de los
rostros que la actitud tiene en las organizaciones. Y es deber de los
directivos estar al pendiente de lo que en sus propios equipos de trabajo
existen.
Creo que la productividad de las organizaciones, la buena armonía en ellas solo se alcanzará cuando los empleados, todos por igual, podamos darnos cuenta que hemos permitido tanto en la empresa que perdimos la noción de la propia realidad.
Cuando las empresas crecen los empresarios se alejan tanto del personal que
los pierden de vista. Y no se dan cuenta que entre ellos, entre los
trabajadores ya todo se vale, hoy todo se permite. Desde aquél que aporta hasta
el que desanima.
Hoy las organizaciones tienen en la actitud del empleado un valor a capitalizar. Y dolorosamente observo que nadie hace nada en ello. Para el empresario solo existen dos números: el de las ventas y el de los gastos. Apostando a elevar el primero y a disminuir el segundo. Fuera de ello nada le importa al empresario.
Craso error.
Creo que los empresarios tienen la gran oportunidad de
voltear los ojos al empleado para apoyarse en aquel que aporta a la
organización y apoyar al que necesita una motivación. Todo con la idea de identificar
actitudes propositivas e impulsarlas.
Por su parte, los trabajadores deben de abonar con
su actuar laboral a favor de la productividad y del alcance de los
objetivos eficientemente.
Y es que todo, absolutamente recae en la actitud.
Bien lo decía Henry Fayol a
través de unos de sus principios administrativos: el apoyar a los intereses de
las empresas para que, en consecuencia, la empresa pueda permitir que los
objetivos de los empleados se consoliden. Porque si no vendemos más…¿cómo te aumento
el sueldo?
Es por ello que llego a la reflexión de que solo cuando el empresario asuma y reconozca que la actitud del empleado juega un papel importante para el alcance de sus objetivos, y cuando el trabajador reconozca que solo cambiando su actitud laboral en favor de la empresa logrará trascender en el mundo profesional, los objetivos de ambos se harán realidad.
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