Muchas
veces, las personas tenemos un concepto de nosotros mismos.
Nos
consideramos amables, respetuosos, educados. Algunos huraños y otros demasiado
nobles. Cada quien se conoce y pocas veces nos equivocamos. Algunos sociables,
risueños. Otros malencarados y enfadados.
Y nos
conocemos a tal grado, que nadie puede negarnos nuestras virtudes y nuestros
talentos.
Pero
en el amor no pasa igual.
Ahí, muchos
dicen ser una “buena pareja”. Se jactan de ser amorosos, siempre dispuestos a
ayudar a su amada. Procurándola con detalles, con pequeñas acciones que le
dejen ver a la mujer que ama, de la importancia que tiene para su vida. Levantándose
todos los días para tratar de hacerla feliz en una llamada o hacerla sentir
amada con atenciones y consejos.
Pero muchas
veces no sucede así.
Siempre
he creído que la verdad del amor en pareja, no la tiene la persona que se autodefine.
Para
mí, la verdad está en los ojos de quien nos ve, la verdad está en la mujer que
decimos amar, porque será ella quien nos ame por lo que realmente somos, tal y
como sucedió con Romeo Montesco y Julieta Capuleto, quien en un baile de máscaras,
se enamoraron sin conocer sus rostros, amándose únicamente por lo que uno vio
al otro a través de los ojos, iniciando una de las historias de amor más
sublimes que encierra la literatura de Shakespeare.
Si.
Así es. Será lo que ella vea en él, lo que realmente exista en ese hombre que
dice amarla con locura.
Porque
mientras él piensa que ella se da cuenta del inmenso amor que le tiene, ella tendrá
otros datos.
Ella quizá
piense que él no da lo suficiente. Que él no es capaz de entender que tiene
otras responsabilidades y que debe de comprender que él no es su prioridad. Que
él no es paciente ante las ausencias de ella, que no da margen de nada, que es
un hombre que le toma el tiempo, que él no es capaz de pedir explicaciones. Que le reclama sus silencios. Que todo “lo echa
en cara”.
Si, la
mujer puede estar pensando todo esto mientras él cree que ella percibe su amor
y que todo está bien entre ellos.
Y es
que la mujer tiene expectativas en el amor. Enfoca un perfil de hombre como su
compañero de vida. Ella quiere a alguien que le sume a su vida, que le aporte
cosas positivas. Alguien que la impulse. Que la inspire a tal grado, que ella se
sienta apoyada y respaldada por un hombre hasta hacerla sentir segura.
Sin
embargo, mientras él piensa que en su relación las cosas están mejorando, ella
puede estar pensando que él todo lo quiere a sus tiempos. Pensando que él es
una bomba y que por cualquier cosa explota. Que él no comprenda que ella
prefiere callar antes de dialogar.
O quizá
esto vaya más allá: que ella sienta miedo a su lado. Miedo porque él no es comprensivo
ante las responsabilidades que ella tiene en su vida laboral y le pueda
reclamar su atención, su tiempo y su dedicación.
Un hombre
egoísta, un hombre que presiona demasiado, que es inmaduro. Que pelea por todo
y para todo. Así puede estar pensando la mujer que él ama mientras hace planes
y proyectos junto a ella.
Por todo
esto, creo que nuestra forma de amar no puede ser autodescrita. No.
Nuestra
forma de amar tiene que ser explicada por los ojos de la mujer amada. Ahí está
la verdadera esencia del amor que un hombre entrega a una mujer.
Y si
una mujer piensa así, nunca debe de estar al lado de un hombre con estas características.
Debe de alejarse inmediatamente de ahí. El amor se debe de disfrutar, no atormentar.
Dios
no se equivoca. Aunque muchas personas digan que Dios no tiene la culpa de
nuestras reacciones, pasan por alto que desde allá arriba todo se acomoda para
que nos demos cuenta de la realidad. Son como respuestas que nos llegan desde
esas oficinas de correos que están en el cielo y que nunca cierran sus puertas.
Por
tal razón, la mujer debe de tener cuidado en las fotos que le manda a ese
hombre que aún tiene como su pareja y a quien no le confesó por años lo que
realmente sentía por él.
Porque
en las fotos que se toma una pareja, se observan a los dos. Sonriendo,
abrazados. Queriendo inmortalizar ese momento único e irrepetible.
Y la
mujer debe de tener precaución, porque en las fotos puede aparecer algo
extraño. En las fotos puede reflejarse algo en los ojos de ella. Y me refiero
al amor.
En esas
fotos, la mujer puede no darse cuenta, pero puede verse feliz y plena. Sonriendo
al máximo. Con esa mirada que sólo proyectan las mujeres cuando tienen al amor
tomado de la mano.
Pero
el riesgo que corre el hombre, es creer que ella está enamorada, desconociendo
lo que verdaderamente existe en sus adentros.
Y no
estoy completamente seguro, pero lo que ella tiene en sus adentros es demasiada
presión, falta de comprensión, peleas, reclamos, cansancio por la relación, falta
de empatía, miedo. No estoy seguro que ella tenga todo esto.
Pero
de lo que si estoy seguro es que ese es el riesgo de una foto. Ver a una mujer feliz
tomada de la mano de un hombre, pero que, enamorada de él, no ha estado, no está
y no lo estará.
Y si, ella
no debe de estar al lado de un hombre así.
Ni él.
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